domingo, 19 de octubre de 2025

LUZ CORRAL NERI

 

LITERATURA ANTIGUA Y MEDIEVAL

Luz Monserrat Corral Neri

OCTUBRE 2025

TEMA:  Tipos de focalización según Gérard Genette y apuntes literarios en torno a la  Epopeya de Gilgamesh

Cuando hablamos de focalización, nos referimos a la perspectiva narrativa del relato, es decir, el filtro a través del cual el lector recibe la información sobre lo que acontece dentro de la historia. No se trata únicamente de la persona gramatical (primera o tercera) sino a cuanto sabe el narrador en relación con los personajes; Gérard Genette clasifica los tipos de focalización en tres categorías: focalización cero, focalización externa y focalización interna. 

La focalización cero ocurre cuando el narrador lo sabe y observa todo sin depender de ningún personaje. Esta perspectiva otorga al lector una visión completa y autoritaria de la historia. En contraste, la focalización externa nos muestra una perspectiva ajena a los acontecimientos del relato; solo somos conscientes de lo que sucede mediante la perspectiva de un espectador. 

Con la focalización interna sucede algo curioso, pues al definirse por la igualdad de conocimiento (narrador = personaje), esta se encuentra subdividida según la estabilidad de la perspectiva del personaje focal: cuando la perspectiva se mantiene constante a través de un único personaje durante toda la narración, podemos decir que se trata de una focalización interna fija. Por otra parte, si la perspectiva cambia y asume la conciencia de varios personajes en distintos momentos de la historia esta sería una focalización interna variable. Ahora bien, si un mismo acontecimiento es presentado desde la perspectiva de varios personajes diferentes entonces es conocida como focalización interna múltiple. 

  

En el género épico tradicionalmente se emplea el uso del narrador omnisciente (focalización cero) para plasmar de manera más eficiente la vasta variedad de escenarios en los que suelen desenvolverse este tipo de relatos. Durante la mayoría de los cantos de la Ilíada, por ejemplo, se utiliza este tipo de narración, sin embargo, mientras se desarrolla la historia podemos darnos cuenta de que, pese a que la focalización cero es la técnica narrativa dominante del relato, no es la única que se utiliza en él, dado que en distintos momentos de la obra se cede la voz narrativa a los personajes. En el contexto de la Ilíada, se utiliza para acentuar el drama del momento o para dar a conocer la opinión divina sobre los acontecimientos narrados. Uno de los momentos en los que podemos apreciar este cambio focal es durante la famosa escena de despedida entre Héctor y Andrómaca. En esta se nos muestra la perspectiva de Héctor, quien se debate entre su deber heroico y el amor que le profesa a su familia. 

 

En La epopeya de Gilgamesh también se utiliza esta transición focal para intensificar el impacto emocional de los eventos clave. En esta obra el narrador comienza con una descripción totalizante de Gilgamesh; al presentarlo con un conocimiento y un “poder” superior se establece un tono de grandeza y solemnidad adecuado a un texto fundacional. Con la visión panorámica que otorga la focalización cero nos es posible conocer a los personajes de manera más profunda, no solo guiándonos en su entorno, sino en sus motivaciones y carácter. 

 

Los dos personajes de mayor importancia en este relato son Gilgamesh y Enkidu, quienes en un principio se nos presentan como fuerzas opuestas debido al carácter de su entorno. Gilgamesh al ser un rey, representa la más alta esfera de la civilización, mientras que Enkidu, que se nos presenta como un símbolo de la naturaleza, representa el estado más primitivo del hombre, pues vive como una bestia salvaje desconociendo las leyes de la humanidad civilizada. El encuentro entre estos personajes representa la tensión inerte en la cultura mesopotámica entre el mundo salvaje, visto como una amenaza potencial, y la sociedad urbana que era vista como única vía a la cultura y el orden. 

  

Eventualmente Gilgamesh y Enkidu se enfrentan en combate y es en ese momento en el que (después de que Enkidu pierde su naturaleza de bestia) se reconocen entre si como iguales, lo cual provoca que florezca una amistad entre ambos. Esta relación provoca un cambio positivo en Gilgamesh, pues la convivencia con Enkidu comienza a humanizarlo y a darle un significado. Enkidu se convierte en el doble de Gilgamesh. Representa su conciencia, su compañero de aventuras y parte de su propio ser. Es por esto que, la pérdida de este importante vinculo tras la muerte de Enkidu, afecta profundamente a Gilgamesh. Aquí es donde la obra por fin cambia de voz narrativa para mostrarnos el duelo de Gilgamesh desde su propia perspectiva. Gilgamesh no solo pierde a un amigo, pierde a su otro yo y esta pérdida lo obliga a confrontar la verdad más aterradora de la existencia humana: la inevitabilidad de la muerte. Esta realización de su condición mortal motiva a Gilgamesh en su búsqueda por la inmortalidad, pero el héroe no busca la vida eterna por ambición sino por el pánico de sufrir el mismo destino que su compañero y a que su vida pierda sentido sin la presencia de Enkidu. 

 

En este punto somos capaces de apreciar el peso de la situación debido a que Gilgamesh es quien posee la voz narrativa. La elección del punto de vista es fundamental para definir el tono, el alcance y la intimidad de un relato épico; cuando se busca proyectar una visión solmene y objetiva al texto la focalización cero es la primera en ser considerada, tanto es así que la mayoría de los relatos épicos de la antigüedad se basaban casi por completo en esta visión narrativa. Sin embargo, a la hora de profundizar en momentos de gran peso emocional la focalización interna cumple un papel muy importante, pues gracias a ella es posible asignarle este valor emotivo a la obra. 

Bibliografía: 

 

 

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