ÁLVAREZ CAMACHO AZUL. GRUPO 12
LITERATURA ANTIGUA Y MEDIEVAL
OCTUBRE 2025
Tipos de focalización según
Gérard Genette y Epopeya de Gilgamesh
Gérard Genette, plantea que la
narración puede analizarse desde el punto de vista de la voz (“quién habla”) y
del modo (“quién ve”). Este segundo aspecto se conoce como focalización, y
determina el grado de conocimiento que el narrador tiene sobre los hechos, los
personajes y el mundo narrado.
Según Genette, existen tres tipos
principales de focalización:
Focalización cero (omnisciente):
El narrador lo sabe todo. Conoce
los pensamientos de todos los personajes, puede anticipar eventos y ofrecer
juicios o interpretaciones. Este tipo era frecuente en las epopeyas y los
relatos mitológicos, donde el narrador posee una visión total de la acción.
Focalización interna:
El relato se limita a la
perspectiva de un personaje o varios. Solo se nos muestra lo que el personaje
percibe, siente o comprende. Puede ser fija (una sola conciencia), variable
(varias) o múltiple (un mismo hecho visto por diferentes personajes).
Focalización externa:
El narrador se mantiene fuera de
la mente de los personajes. Solo describe acciones y gestos visibles, sin
acceder a sus emociones o pensamientos.
Además, Genette menciona las
paralepsis (cuando el narrador dice más de lo que debería saber) y las
paralipsis (cuando omite algo que debería poder decir), fenómenos frecuentes en
los textos antiguos donde el narrador alterna entre lo divino y lo humano.
(Debiste citar la fuente de donde tomaste estos conceptos).
Análisis literario de La Epopeya de Gilgamesh
Personajes principales
Gilgamesh: rey de Uruk, mitad
dios y mitad hombre. Es un personaje complejo, que inicia como un tirano
arrogante y termina como un sabio consciente de su mortalidad. Su evolución lo
convierte en un arquetipo del héroe civilizador.
Enkidu: creado por los dioses
como contrapeso de Gilgamesh. Representa la naturaleza, la inocencia y el
instinto. Su amistad con el rey humaniza a este último.
Shamhat: la cortesana que
“civiliza” a Enkidu mediante el erotismo y la palabra; figura puente entre lo
salvaje y lo humano.
Siduri: la tabernera sabia que le
aconseja a Gilgamesh disfrutar de la vida, anticipando un mensaje
existencialista.
Utnapishtim: el inmortal
sobreviviente del diluvio, equivalente al Noé bíblico; encarna el conocimiento
absoluto e inaccesible al hombre común.
Los dioses: simbolizan fuerzas
naturales y límites cósmicos; intervienen según su voluntad, guiando o
castigando al héroe.
En este elenco se mezclan
personajes humanos, divinos y simbólicos, lo que refuerza la visión del mundo
mesopotámico: un universo donde lo sagrado y lo humano conviven, pero no se
igualan.
Gilgamesh es, al mismo tiempo,
protagonista y foco de la narración. A través de él, el lector accede a los
valores heroicos, la conciencia de la muerte y la búsqueda del sentido vital.
Elementos de estilo
La epopeya posee un estilo
solemne, con ritmo ceremonial y lenguaje simbólico. Originalmente compuesta en
versos cuneiformes, presenta fórmulas repetitivas propias de la tradición oral
(“Él, que todo lo vio”, “El que conoció todas las cosas”), las cuales sirven
para mantener el ritmo y reforzar la memoria colectiva.
El narrador mantiene un tono
majestuoso, propio de la literatura sagrada, con frecuentes invocaciones y
paralelismos. El tiempo narrativo es discontinuo: alterna episodios heroicos
(la lucha con Humbaba, el Toro Celeste) con reflexiones existenciales. Según la
terminología de Genette, hay analepsis (recuerdos de batallas pasadas) y
prolepsis (anticipaciones del destino de Gilgamesh), propias de la focalización
cero.
El léxico es simbólico y
metafórico: las montañas, los ríos y las puertas representan los límites del
conocimiento. El hipérbaton (alteración del orden lógico de las palabras) y la
anáfora (repetición inicial) dan fuerza rítmica al poema.
El tono evoluciona: de la
soberbia inicial (“Soy Gilgamesh, rey de Uruk”) a la humildad final (“¿Para qué
he agotado mi corazón? Todo hombre debe morir”). Este descenso heroico refleja
la estructura cíclica del viaje iniciático, donde el héroe retorna cambiado.
Figuras retóricas predominantes
La epopeya está construida sobre
un entramado de figuras retóricas que intensifican su dimensión simbólica y
emocional:
Metáfora: la muerte como “el
sueño del polvo” o la vida como “un río que se seca”.
Símil: “como un león rugiente en
la sabana”, comparaciones que subrayan la fuerza y la animalidad del héroe.
Hipérbole: las hazañas
sobrehumanas de Gilgamesh (“atravesó el mar que ningún hombre había cruzado”)
expresan la grandeza mítica.
Anáfora y paralelismo: refuerzan
el ritmo oral y ritual (“Sube, Gilgamesh, sube…”, “Busca, Gilgamesh, busca…”).
Personificación: los elementos
naturales —el bosque, los ríos, la muerte— adquieren voz propia.
Antítesis: entre la inmortalidad
divina y la fragilidad humana; entre Uruk (civilización) y el bosque de los
cedros (naturaleza salvaje).
Símbolo: la planta de la
juventud, el muro de Uruk, la puerta del inframundo: objetos que condensan el
sentido filosófico de la obra.
Todas estas figuras contribuyen a
construir un estilo solemne, donde lo mítico y lo humano coexisten. La poesía
no solo narra hechos, sino que dramatiza la condición existencial del hombre
antiguo frente a la muerte.
Aplicación de la teoría de la
focalización a la epopeya
En términos de focalización, el
texto combina varias perspectivas:
Focalización cero: el narrador
conoce los pensamientos de Gilgamesh, las decisiones de los dioses y los hechos
futuros. Esto confiere un carácter sagrado y total al relato.
Focalización interna fija: en los
momentos en que Gilgamesh reflexiona sobre la muerte de Enkidu o dialoga
consigo mismo “¿No soy yo también mortal?”, el lector accede solo a su
conciencia.
Focalización externa: en las
descripciones de combates o paisajes, el narrador se limita a lo visible, como
si observara desde fuera.
Esta oscilación entre
focalizaciones produce una dinámica épica: el relato abarca el mundo entero
(visión divina) pero también penetra el alma del héroe (visión humana). Genette
llamaría a esto una alternancia de modos narrativos, donde el punto de vista se
ajusta a las necesidades del sentido.
En conclusión, la Epopeya de
Gilgamesh ilustra magistralmente la coexistencia de la omnisciencia narrativa y
la interioridad lírica, anticipando técnicas que siglos después dominarían la
novela moderna. Su grandeza radica no solo en la hazaña del héroe, sino en el
modo de narrarla: desde una voz que ve más allá del hombre, pero que sufre con
él.
Bibliografía
“La Epopeya de Gilgamesh:
resumen, personajes y análisis.” Culturizando.com.
https://culturizando.com/la-epopeya-de-gilgamesh/
“La epopeya de Gilgamesh: el mito
del héroe y la búsqueda de la inmortalidad.” National Geographic España.
https://www.nationalgeographicla.com/historia/2022/04/la-epopeya-de-gilgamesh
“Principales figuras retóricas.”
Esneca.com. https://www.esneca.com/blog/principales-figuras-retoricas-ejemplos/
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