domingo, 19 de octubre de 2025

ÁZUL ÁLVAREZ CAMACHO

 

ÁLVAREZ CAMACHO AZUL. GRUPO 12

LITERATURA ANTIGUA Y MEDIEVAL

OCTUBRE 2025

Tipos de focalización según Gérard Genette y Epopeya de Gilgamesh

Gérard Genette, plantea que la narración puede analizarse desde el punto de vista de la voz (“quién habla”) y del modo (“quién ve”). Este segundo aspecto se conoce como focalización, y determina el grado de conocimiento que el narrador tiene sobre los hechos, los personajes y el mundo narrado.

Según Genette, existen tres tipos principales de focalización:

Focalización cero (omnisciente):

El narrador lo sabe todo. Conoce los pensamientos de todos los personajes, puede anticipar eventos y ofrecer juicios o interpretaciones. Este tipo era frecuente en las epopeyas y los relatos mitológicos, donde el narrador posee una visión total de la acción.

Focalización interna:

El relato se limita a la perspectiva de un personaje o varios. Solo se nos muestra lo que el personaje percibe, siente o comprende. Puede ser fija (una sola conciencia), variable (varias) o múltiple (un mismo hecho visto por diferentes personajes).

Focalización externa:

El narrador se mantiene fuera de la mente de los personajes. Solo describe acciones y gestos visibles, sin acceder a sus emociones o pensamientos.

Además, Genette menciona las paralepsis (cuando el narrador dice más de lo que debería saber) y las paralipsis (cuando omite algo que debería poder decir), fenómenos frecuentes en los textos antiguos donde el narrador alterna entre lo divino y lo humano. (Debiste citar la fuente de donde tomaste estos conceptos).

 Análisis literario de La Epopeya de Gilgamesh

 Personajes principales

Gilgamesh: rey de Uruk, mitad dios y mitad hombre. Es un personaje complejo, que inicia como un tirano arrogante y termina como un sabio consciente de su mortalidad. Su evolución lo convierte en un arquetipo del héroe civilizador.

Enkidu: creado por los dioses como contrapeso de Gilgamesh. Representa la naturaleza, la inocencia y el instinto. Su amistad con el rey humaniza a este último.

Shamhat: la cortesana que “civiliza” a Enkidu mediante el erotismo y la palabra; figura puente entre lo salvaje y lo humano.

Siduri: la tabernera sabia que le aconseja a Gilgamesh disfrutar de la vida, anticipando un mensaje existencialista.

Utnapishtim: el inmortal sobreviviente del diluvio, equivalente al Noé bíblico; encarna el conocimiento absoluto e inaccesible al hombre común.

Los dioses: simbolizan fuerzas naturales y límites cósmicos; intervienen según su voluntad, guiando o castigando al héroe.

En este elenco se mezclan personajes humanos, divinos y simbólicos, lo que refuerza la visión del mundo mesopotámico: un universo donde lo sagrado y lo humano conviven, pero no se igualan.

Gilgamesh es, al mismo tiempo, protagonista y foco de la narración. A través de él, el lector accede a los valores heroicos, la conciencia de la muerte y la búsqueda del sentido vital.

Elementos de estilo

La epopeya posee un estilo solemne, con ritmo ceremonial y lenguaje simbólico. Originalmente compuesta en versos cuneiformes, presenta fórmulas repetitivas propias de la tradición oral (“Él, que todo lo vio”, “El que conoció todas las cosas”), las cuales sirven para mantener el ritmo y reforzar la memoria colectiva.

El narrador mantiene un tono majestuoso, propio de la literatura sagrada, con frecuentes invocaciones y paralelismos. El tiempo narrativo es discontinuo: alterna episodios heroicos (la lucha con Humbaba, el Toro Celeste) con reflexiones existenciales. Según la terminología de Genette, hay analepsis (recuerdos de batallas pasadas) y prolepsis (anticipaciones del destino de Gilgamesh), propias de la focalización cero.

El léxico es simbólico y metafórico: las montañas, los ríos y las puertas representan los límites del conocimiento. El hipérbaton (alteración del orden lógico de las palabras) y la anáfora (repetición inicial) dan fuerza rítmica al poema.

 

El tono evoluciona: de la soberbia inicial (“Soy Gilgamesh, rey de Uruk”) a la humildad final (“¿Para qué he agotado mi corazón? Todo hombre debe morir”). Este descenso heroico refleja la estructura cíclica del viaje iniciático, donde el héroe retorna cambiado.

Figuras retóricas predominantes

La epopeya está construida sobre un entramado de figuras retóricas que intensifican su dimensión simbólica y emocional:

Metáfora: la muerte como “el sueño del polvo” o la vida como “un río que se seca”.

Símil: “como un león rugiente en la sabana”, comparaciones que subrayan la fuerza y la animalidad del héroe.

Hipérbole: las hazañas sobrehumanas de Gilgamesh (“atravesó el mar que ningún hombre había cruzado”) expresan la grandeza mítica.

Anáfora y paralelismo: refuerzan el ritmo oral y ritual (“Sube, Gilgamesh, sube…”, “Busca, Gilgamesh, busca…”).

Personificación: los elementos naturales —el bosque, los ríos, la muerte— adquieren voz propia.

Antítesis: entre la inmortalidad divina y la fragilidad humana; entre Uruk (civilización) y el bosque de los cedros (naturaleza salvaje).

Símbolo: la planta de la juventud, el muro de Uruk, la puerta del inframundo: objetos que condensan el sentido filosófico de la obra.

Todas estas figuras contribuyen a construir un estilo solemne, donde lo mítico y lo humano coexisten. La poesía no solo narra hechos, sino que dramatiza la condición existencial del hombre antiguo frente a la muerte.

Aplicación de la teoría de la focalización a la epopeya

En términos de focalización, el texto combina varias perspectivas:

Focalización cero: el narrador conoce los pensamientos de Gilgamesh, las decisiones de los dioses y los hechos futuros. Esto confiere un carácter sagrado y total al relato.

Focalización interna fija: en los momentos en que Gilgamesh reflexiona sobre la muerte de Enkidu o dialoga consigo mismo “¿No soy yo también mortal?”, el lector accede solo a su conciencia.

Focalización externa: en las descripciones de combates o paisajes, el narrador se limita a lo visible, como si observara desde fuera.

Esta oscilación entre focalizaciones produce una dinámica épica: el relato abarca el mundo entero (visión divina) pero también penetra el alma del héroe (visión humana). Genette llamaría a esto una alternancia de modos narrativos, donde el punto de vista se ajusta a las necesidades del sentido.

En conclusión, la Epopeya de Gilgamesh ilustra magistralmente la coexistencia de la omnisciencia narrativa y la interioridad lírica, anticipando técnicas que siglos después dominarían la novela moderna. Su grandeza radica no solo en la hazaña del héroe, sino en el modo de narrarla: desde una voz que ve más allá del hombre, pero que sufre con él.

Bibliografía

“La Epopeya de Gilgamesh: resumen, personajes y análisis.” Culturizando.com. https://culturizando.com/la-epopeya-de-gilgamesh/

“La epopeya de Gilgamesh: el mito del héroe y la búsqueda de la inmortalidad.” National Geographic España. https://www.nationalgeographicla.com/historia/2022/04/la-epopeya-de-gilgamesh

“Principales figuras retóricas.” Esneca.com. https://www.esneca.com/blog/principales-figuras-retoricas-ejemplos/

 

 

 

 

 

 

 

 

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