FIGURAS RETÓRICAS Y
ALGO MÁS
Anadiplosis. Repetición al comienzo de una oración o verso de la
última palabra del verso u oración inmediatamente anterior. Ejemplo: “Y en la
clara tarde dijeron tu pena, dijeron tu pena tus labios que ardían…” (Antonio
Machado del libro Soledades.
Anáfora. Por anáfora entendemos la figura retórica que consiste en la repetición
de una o varias palabras al principio de diferentes períodos sintácticos y, se
recurre a ella, para enfatizar la idea que se viene desarrollando. Se debe
tener en cuenta que una de las características principales de la anáfora
consiste en que cada vez que se reitere la palabra o frase debe agregar un
sentido nuevo a la expresión.
Anagnórisis. De acuerdo con su raíz etimológica, la anagnórisis se asocia a un acto
de reconocimiento. Se trata de un recurso de la retórica que lleva a un
personaje a descubrir y reconocer su identidad o la identidad de un tercero, un
suceso que modifica su conducta posterior. La anagnórisis también se vincula a
lo que ocurre cuando dos personajes se encuentran después de mucho tiempo (Cfr. Aristóteles (1964).
Analepsis. También llamada “racconto” alude a un hecho que ya ha
sucedido en el desarrollo narrativo y, que quien cuenta la historia, se detiene
más o menos largamente para explicarlo. El término flashback es utilizado erróneamente como sinónimo de analepsis o racconto cuando en realidad existe una
diferencia temporal entre ambos. El flashback se detiene brevemente y lanza
como una especie de luminosidad hacia el pasado como si fuera una cámara
fotográfica, un flash; los otros dos términos desarrollan lo acontecido en el
pasado de una manera más prolongada (Genette, 1989: 85-120).
Antítesis. Asociación de dos palabras o frases contrarias, cuya finalidad es
realzar el valor expresivo de cada uno de los elementos opuestos. Se puede dar
entre dos sintagmas distintos o entre los elementos de un mismo sintagma. Ha
sido frecuente en todas las épocas literarias, pero su mayor desarrollo se da
en la poesía mística y en la literatura con sello barroco como es el caso de
Borges.
Areté. El tema esencial de la historia de la
educación griega es más bien el concepto de Areté. La
palabra virtud como expresión del más alto ideal caballeresco unido a una
conducta cortesana y selecta y el heroísmo guerrero expresaría acaso el
sentimiento de la palabra griega. Su raíz se halla en las concepciones
fundamentales de la nobleza caballeresca. El concepto de Areté es
usado con frecuencia por Homero no solo para designar la excelencia, sino
también la superioridad de los seres humanos, como la fuerza de los dioses o el
valor y la rapidez de los caballos nobles. La Areté es el atributo propio de la nobleza. Señorío
y Areté se hallaban inseparablemente unidos. Sólo
alguna vez, entiende Homero por Areté las cualidades morales o
espirituales. En general, designa la fuerza y la destreza de los guerreros o de
los luchadores y, ante todo, el valor de los luchadores (acción moral y
fuerza). La epopeya homérica reconoce, al lado de la Areté, otras
medidas de valor. Así, en la Odisea se ensalza la prudencia y
la astucia. Los griegos
comprendían por Areté, sobre todo, una fuerza, una capacidad.
El vigor y la salud son Areté del cuerpo. Sagacidad y
penetración, Areté del espíritu. Es verdad que Areté lleva
a menudo el sentido de reconocimiento social, y viene a significar entonces
“respeto”, “prestigio”. Pero esto es secundario y se debe al fuerte contacto
social de todas las valoraciones del hombre en los primeros tiempos.
Originariamente la palabra ha designado un valor objetivo del calificado en
ella. Significa una fuerza que le es propia, que constituye su perfección. La
violación de ese deber despierta en los demás el sentimiento de la Némesis.
El orgullo de la nobleza, fundado en una larga serie de progenitores ilustres,
se halla acompañado del conocimiento de que esta preeminencia sólo puede ser
conservada mediante las virtudes por las cuales ha sido conquistada. El nombre
de Aristoi conviene a un grupo numeroso. Pero en este grupo,
que se levanta por encima de la masa, hay una lucha para aspirar al premio de
la Areté. La lucha y la victoria son en el concepto caballeresco,
la verdadera prueba del fuego de la virtud humana. No significan simplemente el
vencimiento físico del adversario, sino el mantenimiento de la Areté.
La palabra Aristeia empleada más tarde para los combates
singulares de los grandes héroes épicos, corresponde plenamente a aquella
concepción. Su esfuerzo y su vida entera es una lucha incesante para la
supremacía entre sus pares. Incluso en la paz se muestra el placer de la lucha,
ocasión de manifestarse en pruebas y juegos de varonil Areté. Así
lo vemos en la Ilíada, en los juegos realizados en una corta pausa
de la guerra en honor de Patroclo muerto. En sentido, es también la Ilíada testimonio
de la alta conciencia educadora de la nobleza griega primitiva. Muestra cómo el
viejo concepto guerrero de la Areté no era suficiente para los
poetas nuevos, sino que traía una nueva imagen del hombre perfecto para la
cual, al lado de la acción, estaba la nobleza del espíritu, y sólo en la unión
de ambas se hallaba el verdadero fin (Cfr.
palabras de Fénix, educador de Aquiles en la Ilíada, canto IX). El dominio de la palabra significa la soberanía
del espíritu. Fénix pronuncia la sentencia en la recepción de la legación de
los jefes griegos por el colérico Aquiles. El poeta le opone a Odiseo, maestro
de la palabra, y Ayax, el hombre de acción. Mediante este contraste pone de
relieve el ideal de la más noble educación, personificado en el más noble de
los héroes, Aquiles. De ahí resulta de un modo claro que la palabra Areté,
que equivalió en su acepción originaria y tradicional a destreza guerrera, no
halló obstáculo para transformarse en el concepto de la nobleza, que se forma
de acuerdo con sus más altas exigencias espirituales, tal como ocurrió en la
ulterior evolución de su significado. Íntimamente vinculado con la Areté se
halla el honor. Aristóteles: “Es notorio que los hombres aspiran al honor para
asegurar su propio valor, su Areté. Aspiran así a ser honrados por
las gentes juiciosas que los conocen y a causa de su propio y real valer. Así
reconocen el valor mismo como lo más alto”. El hombre homérico adquiere
exclusivamente conciencia de su valor por el reconocimiento de la sociedad a la
que pertenece. Los héroes se trataban entre sí con constante respeto y honra.
La sed de honor era en ellos simplemente insaciable: el elogio y la reprobación
son la fuente del honor y el deshonor. Entre los griegos no hay concepto alguno
parecido a nuestra conciencia personal. El afán de distinguirse y la aspiración
al honor y a la aprobación aparecen al sentimiento cristiano como vanidad
pecaminosa de la persona. Los griegos vieron en ella la aspiración de la
persona a lo ideal y sobre personal, donde el valor empieza. La Areté heroica
se perfecciona sólo con la muerte física del héroe. Se perpetúa en su fama, es
decir, en la imagen de su Areté. Incluso los dioses reclaman su
honor y se complacen en el culto que glorifica sus hechos y castigan
celosamente toda violación de su honor. Ser piadoso significa “honrar lo
divino”. Quien atenta a la Areté ajena pierde en suma el
sentido mismo de la Areté. La verdadera gravedad de la ofensa de
Agamemnón es el hecho de haber negado el honor de una Areté prominente.
La soberbia no es, por sí misma, un valor moral. Es incluso ridícula si no se
halla encuadrada por la plenitud de la Areté, aquella unidad
suprema de todas las excelencias. La Areté sólo puede hallar
su verdadera perfección en las almas selectas. “El honor es el premio de
la Areté; es el tributo pagado a la destreza”. En este
concepto de la Areté se funda el carácter aristocrático del
ideal de la educación entre los griegos. Aspirar a la “belleza” (que para los
griegos significa al mismo tiempo nobleza y selección) y apropiársela,
significa no perder ocasión alguna de conquistar el premio de la más alta Areté.
Esta belleza se refiere a las acciones del más alto heroísmo moral. Quien se
estima a sí mismo debe luchar infatigablemente en la defensa de sus amigos,
sacrificarse en honor de su patria, abandonar gustoso dinero, bienes y honores
para “apropiarse de la belleza”. En estas palabras se revela lo más peculiar y
original del sentimiento de la vida de los griegos: el heroísmo. Ello distingue
la heroicidad griega del simple desprecio salvaje de la muerte. Es la
subordinación de lo físico a una más alta “belleza” (Cfr. Jaeger, 1971: 19-47).
Alegoría. Forma de metáfora continuada o extendida, en que los
hombres, animales o cosas representados pertenecen, a la vez, a dos planos de
significación, uno evidente y otro oculto; a este último se accede
interpretando las referencias concretas según una clave determinada. Es común
que los personajes de la alegoría corporicen significaciones éticas, religiosas
o políticas. La alegoría abunda en la literatura de la Edad Media, del
Renacimiento y del siglo XVIII. Un ejemplo típico de alegoría es La Divina
Comedia, de Dante Alighieri (Alighieri, 1959).
Cantar de gesta. Composición
típica de la épica medieval española y francesa (chanson). Como forma de la
épica se da, con características diferentes, en toda Europa. El cantar de gesta
español fue un poema épico anónimo, extenso (el de Mio Cid tiene 3730
versos), de versificación irregular (la cantidad de sílabas de cada verso
oscila entre 10 y 20); la rima asonantada se repite a lo largo de series
o tiradas. Su transmisión no era escrita sino oral; de allí que, confinados a
la memoria de los juglares, sufrieran alteraciones y se perdieran finalmente;
el único cantar de gesta que se conserva en España es el de Mio Cid (s.
XII); se conocen los argumentos y personajes de los restantes a través de las
prosificaciones de los cronistas.
Catábasis. La idea de “catábasis”: es
decir, el descenso al infierno y la posterior salida de éste (anábasis o
resurrección), aparece inmersa desde la más remota antigüedad, en el marco de
las creencias funerarias de casi todas las civilizaciones del mundo. Borges
recurre a esta noción en algunos de sus cuentos y, en este caso, es evidente el
carácter representativo y simbólico de este “bajar” a un lugar desconocido.
Pero el personaje lleva a cabo tal acción no sólo movido por su curiosidad,
sino también y acaso más, llevado por su deseo de desentrañar misterios que
están más allá de su comprensión humana; así sucederá también en “El Aleph”
cuando Borges personaje descienda por el sótano de la casa de los Argentino
Daneri para ir en busca de la arcana esfera luminosa.
Catarsis. Hasta el griego hay que desplazarse, simbólicamente hablando, para poder
encontrar el origen etimológico de la palabra catarsis que ahora nos ocupa.
Deriva del vocablo “catarsis”, que puede traducirse como “purga” o
“purificación”. Su sentido original refería al procedimiento
para purificar o sanear a aquellos individuos u objetos que
tenían algún tipo de impureza. Precisamente ese término griego fue en el que
sirvió de inspiración para dar nombre a un grupo religioso francés del siglo X
cuyos miembros se daban en llamar cátaros, los “puros”: el catarismo. Al sur de
Francia fue donde mayor crecimiento y desarrollo tuvo aquel movimiento, que era
disidente de la Iglesia Católica y que, entre otras cosas, apostó por afirmar
que la creación era fruto de una dualidad: Cristo y Satanás. Asimismo, los
cátaros rechazaban el mundo material y abogaban por el ascetismo como medio de
salvación. Ellos tuvieron en el siglo XII su máximo auge, pero la Iglesia
Católica, ante el avance que estaban experimentando, decidieron aliarse con la
corona francesa para acabar con ellos. De esta manera, no sólo les declararon
herejes, sino que además tomaron medidas para ponerles fin de manera violenta.
En ese último caso, hay que decir que a partir de 1209 se produjo una auténtica
cruzada contra los cátaros, en la que fueron especialmente trágicos actos como
el asedio a la ciudadela de Montsegur en el año 1244. El resultado de esta y
otras acciones de corte similar desembocaron en la huida de aquellos, quienes
se vieron en la necesidad de esconderse. Y así fue como, poco a poco, el
catarismo fue extinguiéndose por todos los rincones a los que había llegado. En
la actualidad, catarsis se emplea para nombrar al cambio que experimenta
una persona después de vivir un hecho traumático o que le provoca una
exaltación muy grande. Por ejemplo: “Cuando vi el coche incendiado,
hice catarsis y lloré durante tres días”, “Juana está viviendo un
momento muy complicado, pero no logra expresar lo que siente: ojalá que pueda
llegar al proceso catártico y quitarse la angustia de su interior”, “Después
de la pelea, sentí como una catarsis y me relajé”. La catarsis también es
la consecuencia que produce algo trágico en el observador que
experimenta diversas emociones, como terror o misericordia. De acuerdo con Aristóteles, este tipo de
experiencias hacen que los observadores de una tragedia terminen purificando su
interior y liberándose de estas pasiones. La tragedia como género, en este sentido, produce una catarsis y logra
sanear al espectador ya que éste proyecta las emociones en los personajes que
aparecen en escena. Dichos personajes son castigados en la obra y el observador
puede sentir empatía sin miedo a experimentar las consecuencias de esos mismos
castigos.
Comedia. Género dramático caracterizado, primariamente, por su
final feliz y su tradicional objetivo de divertir. Según Aristóteles, la
comedia trata algún tema vinculado con los defectos humanos, sin la intención,
propia de la tragedia, de producir catarsis. (La comedia se origina en
la más remota antigüedad, de los festivales campesinos y aldeanos en honor a
Dionisos, y se desprende, probablemente de ritos ceremoniales, mágicos o
imprecatorios.) La presencia del elemento cómico puede ser accesorio en
cierto tipo de comedia moderna, a partir del s. XVIII. Los temas de la comedia
clásica y modernas no son históricos ni heroicos como los de la tragedia, sino
que devienen de situaciones características de la vida cotidiana, sobre todo de
la burguesía, aunque la comedia isabelina, por ejemplo, no excluye la
aristocracia. Las situaciones de la comedia cómica son verosímiles, pero no se
transforman mediante recursos como la incongruencia, el humor y, en ocasiones,
la ironía. Según el tipo de comedia, los personajes reciben un tratamiento de
mayor o menor profundidad y veracidad psicológica; en general, cuando la
comedia se aproxima, por sus características, a la farsa, sus personajes
tienden a encuadrarse dentro de esquemas tipológicos (el hijo, la niña, el
enamorado, el avaro), y a aproximarse a la caricatura. Se escribieron comedias
en prosa o verso indistintamente. Actualmente los límites entre los géneros, en
este caso comedia y tragedia se diluyen y no son absolutos como lo fueron hasta
el romanticismo, que con su teoría de lo grotesco rompió el esquema
regido de la preceptiva clásica y neoclásica. Puede decirse que esta misma ruptura
se esbozó en el teatro español del s. XVI y del XVIII, así como en el inglés
isabelino. Alta*; la comedia sería de humor altamente intelectualizado,
ridiculiza las incongruencias de la naturaleza humana. Su objetivo suele ser
demostrativo, aunque no didáctico, y para ello utiliza frecuentemente los
recursos de la sátira. Ejemplo: Hombre y superhombre de G Shaw. Baja-.
Comedia en la que predominan elementos colindantes con lo burlesco y la farsa,
gritos, peleas, recursos estilo payaso y circenses; los personajes son
sumariamente descriptos en general, caracterizados por una actitud o una frase
que repiten constantemente. Fundamentalmente, se trata de una comedia de
situaciones, donde la trama, muy simple, y los personajes, elementales y sin
textura psicológica, están al servicio de situaciones cómicas de esquema
previamente establecido.
Comparación. Tropo o figura que se encuentra, junto con
la metáfora, entre los “principios
organizadores capitales de la poesía” (Wellek y Warren, 1981: 221-253). Los
procedimientos de comparación (símil) y la metáfora extienden los
significados de las palabras, los presuponen, comparan y oponen enriqueciendo
el universo poético y su significación. Para I. A. Richards, la función
metafórica es básica en la constitución del lenguaje, y es necesario distinguir,
entonces, esa función de la esencialmente poética. La comparación y metáfora
poéticas constituyen un lenguaje oblicuo, indirecto respecto de la realidad. La
comparación es el acercamiento de palabras de significados opuestos, idénticos
o complementarios. Toda comparación se funda sobre una imagen. Entre los
dos términos comparados hay un sustrato común: el llamado Tertium
comparationis (el valor sensible, expresivo o abstracto de los términos
comparados). La comparación se caracteriza por la presencia de nexos
gramaticales, (como tal): “el día entra en mi cuarto como un labriego de oro”,
B. Fernández Moreno; “...el tiempo irá detrás de ti/, como un buey manso”, J.R.
Jiménez. Es clásica la definición de la metáfora como comparación sin
nexo; sin embargo, como afirma (Kayser, 1965: 161-170) “Hay metáforas en que
difícilmente pueden admitirse actividades comparativas anteriores”; los dos
términos comparados no son autónomos, sino que por la traslación metafórica se convierten
en un nuevo núcleo de significados anteriores. Puede decirse que la metáfora
tiene mayor poder expresivo que la comparación o símil; p. ejemplo: “los cinco
tallos de la mano mojan/ con agua de piedad y hierbabuena”, Vicente Barbieri;
“Este poco de pan que es grito sólido/ que me llena hacia afuera la mañana, / y
me sube raíces de océanos al pecho”, Manuel del Cabral.
Existen casos en que la metáfora estructura el
significado total de un poema y éste se transforma en un solo movimiento
metafórico (v. alegoría). Véase también sinestesia y metonimia.
Cronotopo. La noción de cronotopo se
ha tomado de la obra de Mijail Bajtin “Las formas del tiempo y del cronotopo en
la novela. Ensayos sobre Poética Histórica”, en Teoría y estética de la novela,
en donde las nociones tempo espaciales son analizadas a la luz de la
representatividad que éstas alcanzan en la obra literaria.
Diégesis. Relato central en la obra
narrativa.
Etopeya. Descripción a nivel
psicológico y moral de un individuo (fundamentalmente a través de sus hábitos y
costumbres).
Eufemismo. Palabra o palabras
mediante las que se alude a algo desagradable sin nombrarlo embelleciéndolo.
Fabliaux. Especie de relato
medieval francés (s. XII y XVII), escrito en versos generalmente octosilábicos. Sus temas provenientes
de la tradición popular y sus personajes (sumariamente caracterizados como
tipos) son generalmente una tríada formada por el marido, la mujer, y algún
otro personaje burgués o aldeano. El mundo de los fabliau es el de la ciudad medieval convertida, a través de la
comicidad, la exageración y los recursos burlescos y caricaturescos, en
escenario donde todo es posible: el engaño, el robo, las palizas memorables,
las muertes, las mujeres y los maridos infieles, los juglares, los clérigos,
los artesanos, etc.
Ficción. Término impuesto por
la crítica anglosajona, y que engloba fundamentalmente a la novela y al cuento como portadores de contenidos no históricos e instauradores
de sucesos en un universo propio. Puede afirmarse, sin embargo, que también la
novela histórica o el cuento que reconstruye incidentes reales son ficción, por
el hecho mismo de ser literatura.
Véase narrativa.
Flash-back. Procedimiento narrativo (que también utiliza la literatura dramática)
mediante el cual la acción ya iniciada se detiene para retroceder en el tiempo
y presentar incidentes y episodios anteriores a los que se han ido
desarrollando hasta el momento. El flash-back (recurso que es común en la
estructuración cinematográfica) puede realizarse mediante el relato o los
recuerdos de uno de los personajes, la exposición omnisciente del novelista, la
intercalación de sueños, el juego y combinación de secuencias presentes y
pasadas. Es una técnica usual en nuestro siglo.
Género.
Conjunto de obras literarias que responden a denominados modelos de
organización y estructura, según categorías formales, conceptos y técnicas.
Tradicionalmente son: tragedia, comedia, épica y lírica; otra
versión, más moderna, habla de estos cuatro, pero añade el ensayo. Toda división en géneros supone que su preceptiva literaria haya pasado por su valor normativo. Supone
también similitudes, técnicas estructurales entre las obras, independientemente
de autores, corrientes, etc. La división en géneros es eminentemente retórica
-sin adjudicar al término un sentido peyorativo- pero operativa frente a todos
los casos que no presentan problemas de límites (por ejemplo: una pregunta ya
tradicional de la crítica de literatura argentina: ¿a qué género pertenece el
Facundo?). Nuevas formas experimentales de la literatura de vanguardia anuncian
decadencia futura de una estricta división en géneros, que, por otra parte, van
modificando sus límites a medida que nuevas obras se incorporan al horizonte
literario. Es posible, por tanto, suponer la factibilidad de una historia de
los géneros que hemos enumerado se clasifican, a su vez en subespecies: p. ej.,
la novela incluye desde la pastoril hasta la picaresca, desde la psicológica a
la de aventuras; la comedia comprende subgéneros que sufren épocas de apogeo y
de eclipse y lo mismo sucede con la lírica.
Hipérbole.
Figura en las que se exageran las cualidades, de efectos o atribuciones de
personajes, acontecimientos u objetos. Puede producir un doble efecto de
sentido.
Intertexto. El tema de la
intertextualidad ha sido abordado por numerosos teóricos y ellos llevaron a
cabo una suerte de puesta en práctica de los elementos aprehendidos de la
tradición. Como ya lo veíamos en Barthes y en Foucault, todo texto constituye
una cita infinita de otros textos. En el marco de los teóricos mencionados,
resaltamos la figura de Umberto Eco, quien, en 1968, en el libro Lector in fabula (1979), aludía a este
aspecto. Mijail Bajtín tanto en Problemas
de la poética de Dostoievski, como en Teoría estética de la novela,
comenzaba a hablar tempranamente del intertexto guiado en sus reflexiones por
Vóloshinov y Medvédev miembros del controvertido grupo de lingüistas marxistas
que le precedieron en sus reflexiones. En fin, Julia Kristeva, Yuri Lotman,
Michael Rifaterre y, en particular Gérard Genette en Palimpsestos, la literatura en segundo grado, expresaron su
preocupación por este tema. Nos apoyaremos en el presente libro en el último de
los autores mencionados.
Metadiégesis. Relato dentro del relato.
Metonimia. Entre sinécdoque y metonimia no se suele
establecer hoy gran diferencia. En ambos casos se trata de una sustitución, ya
sea tomando la parte por el todo (lar en vez de casa y familia), la materia por
el producto (uva en lugar de vino), un indicio somático en sustitución de un
estado o época de la vida (canas por vejez), el autor por su obra (leer a
Homero), la causa o medio por el efecto (lengua en vez de idioma, letra en vez
de caligrafía). Puede darse también el caso contrario y entonces tenemos que
partir de lo general a lo particular (mortales en vez de hombres) (Cfr. W.
Kayser, 1965: 152).
Mito.
Explicación o eventual ocultamiento, de los hechos de la realidad psicológica,
familiar o social, que trasciende el razonamiento lógico para instaurar un
plano imaginativo o no representativo, que va más allá de la realidad misma. El
mito es inherente a toda actividad cultural: todas las culturas instauran
mitos, aun la tecnológica del siglo XX. Varias son las teorías acerca del mito:
K. g. Jung, al establecer la existencia de lo inconsciente colectivo, explica
el fenómeno de la recurrencia mítica a través de las culturas más alejadas
(mitos de muerte y resurrección, de búsqueda, etc.). Véase también arquetipo. Actualmente, el crítico
francés Roland Barthes afirmó que “el mito es un sistema de comunicación, un
mensaje… un modo de significación”.
Narración
ab ovo. Esta expresión significa que el relato sigue un
desarrollo cronológico lineal y se centra en el desenlace. Las palabras “ab
ovo” quieren decir “desde el huevo” y la expresión se completa con: ab ovo usque ad mala, esto es, “desde el
huevo hasta las manzanas”, con el sentido de “desde el comienzo hasta el final
de la comida”, según el orden habitual de los platos en una comida romana.
Indicaría, por lo tanto, “desde el principio hasta el fin”; por ende, queda implicada
la idea de narrar los acontecimientos desde su génesis, desde que se gestaron
los hechos y culmina con el fin de la trama. Dos ejemplos de ello están dados
por “Biografía de Tadeo Isidoro Cruz”
y “Emma Zunz” del libro El Aleph de Jorge Luis Borges. Los
términos in medias res y ab ovo siguen ambos las denominaciones usadas en Ars Pœtica de Horacio, donde «desde el
huevo» hace alusión a Helena de Troya, nacida de uno de los dos huevos que puso
Leda.
Narración
“in medias res”. Centra su atención en un acontecimiento en
específico y, así, la obra comienza partiendo desde este hecho hasta llegar al
desenlace y se relaciona directamente con el significado de “in medias res”,
que quiere decir “en medio de la cosa” y que implica que la narración tiene
lugar desde un punto ya avanzado de ésta, pudiendo el narrador retroceder o
avanzar en ella. Este tipo de narraciones no siguen un orden lógico en el
tiempo de la acción.
Narración
“in extrema res”. Son los relatos que tienen al desenlace como
centro de la historia y por esa razón se comienza desde él. Al iniciarse la
narración desde la finalización misma, es necesario volver al pasado para
seguir los hechos de modo cronológico y entender por qué se dio el desenlace de
la forma en que se llevó a cabo. Un ejemplo de ello es “El muerto”, del autor
rioplatense citado supra, relato que
inicia anunciándonos la muerte del personaje principal.
Narrativa.
Término que designa toda aquella escritura que relate hechos y situaciones, en
un medio determinado, donde se mueven sus personajes históricos o de ficción.
La crítica actual suele asimilar narrativa a ficción. Son especies narrativas
las de género épico, la novela y el cuento.
Narrador.
Tanto en las literaturas orales y folklóricas como en las escritas, es la
persona gramatical y psicológica que relata el cuento, folktale, novela, etc. Como recurso técnico, es importante el
problema del punto de vista del
narrador.
Nouvelle
(fr.). Novela corta; esta definición no sólo destaca
diferencias de longitud sino también ciertas características estructurales: la
acción de la nouvelle es más
concentrada que la de la novela, acercándose,
desde este punto de vista, al cuento,
pero conservando de la novela la posibilidad de acumulación de detalles y
precisiones sobre medio o los personajes.
Omnisciente.
Que conoce todas las cosas reales y posibles. El narrador
omnisciente de una novela conoce todos los detalles de la historia y de los
personajes y justifica el porqué de sus acciones y su manera de pensar o sentir
(Cfr. Todorov 1965).
Oxímoron.
Controvertida figura retórica en donde al encontrarse dos términos
—generalmente adjetivo y sustantivo— aparentemente se oponen, pero, integradas
al contexto, revelan una mayor significación. Esta figura retórica resulta
emparentada con la hipálage, aunque al analizarlas observamos que sus campos de
significación son diferentes.
Personificación.
Figura por la que se atribuye a una abstracción, un animal o un objeto
inanimado, forma, características, pensamiento y sentimientos humanos: Es un
recurso común de la alegoría y la fábula. P. ej. “Madre enemiga y dura, /
madre España. / Los hijos de tu vientre / son huérfanos de patria” (J. López
Pacheco).
Poética.
Cuerpo teórico sistemático que codifica los principios y reglas de la
composición poética. La más famosa poética del clasicismo fue la de
Aristóteles. Del mismo modo podemos hablar de la poética de Dante marcada por
el sentido escatológico predominante y también de la poética romántica de los
autores que han incursionado en esta tendencia.
Prolepsis. Es
el antónimo de analepsis y refiere a
lo que va a suceder en el devenir de la historia. Se trata de una anticipación
literaria como sucede en el comienzo de la Ilíada de Homero. Uno de los mayores
desafíos que presenta la prolepsis es mantener al público interesado en la obra
a pesar de haberle revelado qué sucederá en el futuro. Queda en la habilidad de
cada autor conseguir que la falta de conocimiento de otros factores, tales como
los pasos que el protagonista debe dar para llegar desde el presente hasta ese
futuro, sean suficiente como para que no disminuya la tensión ni el deseo de
seguir adelante. En el cine se usa el término Flash forward para referir a estos avances temporales.
Símil.
Comparación extensa que consta de dos nexos. Véase comparación.
Sinestesia.
Recurso poético que describe y transmite una sensación o
percepción en términos de otra: una sensación auditiva cuya adjetivación
corresponde a una visual, o una visual descripta como táctil, etc. La
sinestesia es una de las características de la textura poética del simbolismo. Por ej.: “y si no encuentro
/sino tu risa de metal…” (P. Neruda).
Verbos
dicendi. También llamados verbos de comunicación o verbos
‘dicendi’, los verbos declarativos son verbos de habla, verbos que designan
acciones comunicativas o expresan creencia, reflexión o emoción y que sirven
para introducir un parlamento, ya sea en estilo directo o indirecto.
Vocativo.
1. Sustantivo o grupo nominal
que sirve para
llamar la atención del oyente o para dirigirse a
él. En la oración: ‘Luisito, ven aquí, por favor’, el nombre propio es un
vocativo”.
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