LIBRO DE RUT (LECTURA
COMENTADA Y ANÁLISIS) DE “EL LIBRO DE RUT” DE MARÍA DEL SOCORRO ARGENZIO
CAPÍTULO I.
El narrador comienza indicando el lugar y el tiempo en que acontecen los
hechos, aunque esto último en forma vaga. La interpretación más comúnmente
aceptada no da particular valor a la ubicación exacta en el tiempo; concede más
importancia a los aportes del texto sobre genealogía.
Se menciona una gran
hambruna que afectó aquellas tierras. Las calamidades públicas eran asociadas,
siempre, en Israel, a la idea de castigo de Yahvé por los pecados de su pueblo.
El hambre será, además, el factor desencadenante de la salida de Elimelec y su
familia rumbo a tierra extranjera.
Las incidencias de ese viaje han
sido omitidas, al igual que lo serán las incidencias del viaje de retorno que
emprenderán Noemí y Rut, porque el narrador sigue el método de concentrar su
relato en torno a la acción fundamental, relegando personajes y circunstancias
considerados secundarios.
Moab, la tierra hacia donde van
Elimelec y los suyos, además de ser suelo extranjero, está habitada por una
raza excluida para siempre del pueblo de Israel por no haber socorrido a los
israelitas cuando éstos huían de Egipto.
Vale la pena detenerse en el
significado de los nombres de los personajes. Entre los hebreos, y en general
entre los orientales, los nombres tenían el sentido de una oración, muchas
veces relacionada con el nacimiento, los deseos del padre o sus proyectos para
el porvenir. Las interpretaciones más comunes de los nombres de estos
personajes son los siguientes: Elimelec equivale a
“Dios es rey” o “Mi Dios y mi rey”, Noemí: “Dulzura”,
“Consuelo”, “Delicia”, Mahalón y Quelión:
“Dolencia” y “Desfallecimiento” . Orfa equivale a
“Coronada de abundantes cabellos”, Y Rut significa
“Amistad” y también “Colmada”.
Apenas presentado Elimelec, es
quitado de escena. Era necesario como elemento unitivo y como conductor de la
familia; su muerte, quiebra la unidad en torno al padre, dando, por contraste
una idea de desintegración y desamparo. Los hijos le sobreviven diez años, y
con ellos Noemí no siente agudamente el dolor del destierro. La muerte de ambos
representa el desamparo absoluto para Noemí. Como personajes cumplen una
función parecida a la de Elimelec.
Ya en el total desamparo, Noemí
decide retornar a Belén, más ahora que “Ha oído decir que Yahvé había
vuelto sus ojos hacia su pueblo y dándole pan”. La forma en que esto se expresa
muestra la identificación religiosa de bendición con ventura,
en oposición a castigo con desgracia.
La mirada de Dios. Al acordarse de su pueblo, cambia la desolación en
abundancia.
Con respecto a la partida de
Noemí no hay mayores detalles. Lo distintivo es que primero hay una decisión
pensada (retornar a Belén), y luego hay otra súbita, inesperada: cuando rehúsa
la compañía de sus nueras. Tal vez el desandar el mismo camino que
hiciera con su marido e hijos diez años atrás la hace reflexionar. La
interpretación más común es que esa actitud a sus nueras es dictada por la
generosidad. Ella conoce las penalidades y humillaciones que viven los
extranjeros y quiere evitárselas a las jóvenes. Llevarlas consigo sería
condenarlas a todo eso, pues sabe que, si no las leyes, las costumbres les
impedirán contraer nuevas bodas en Israel.
La despedida inmediata añade
urgencia a lo súbito de la decisión, como si no quisiera dar a Orfa y a Rut el
tiempo para pensar, o si temiese que la propia emoción la hiciese flaquear en
su propósito.
Cuando Noemí habla a sus
nueras tratando de convencerlas de que regresen a Moab, la narración
impersonal del narrador externo en tercera persona del singular, se
interrumpe, y se introduce el discurso directo. Pese a la resistencia que
oponen las jóvenes y a sus llantos, Noemí se mantiene firme. Estructuralmente,
su argumentación tiene tres partes: a) ¿para qué venir conmigo? Deja la
respuesta a la meditación de las jóvenes: no la pide ni la espera.; b) para
fundamentar su ruego hace una síntesis de toda la desgracia que puede
acontecerles en Israel, donde no tendrán esperanza de redención, o sea de
cambiar su suerte; c) las exhorta de nuevo y les da una razón afectiva: su
sufrimiento se acrecienta con el de sus nueras.
Frente a los mismos
hechos, cada personalidad se define de acuerdo con su fuerza interior, a sus
valores, a su concepto de la vida: Orfa desaparece de la historia: cumplió su
misión de destacar a Rut. La respuesta que Rut le da a Noemí tiene tres
partes: a) la negativa a abandonarla, b) las razones para esa negativa y c) el
juramento o imprecación. La negativa es breve y contundente. Luego, las
razones se explican en forma de una gradación, muy importante porque refuta
todos los argumentos explícitos o implícitos de
Noemí. La imprecación da
más fuerza y carácter sagrado a su promesa de no abandonar a su suegra.
Del viaje de regreso nada
se dice. La narración salta al momento en que entran en la ciudad y la gente
reconoce a Noemí, quien responde con palabras en que desahoga sus penas y
sintetiza lo que le ha acontecido. Cuando dice que al partir tenía todo y
ahora no tiene nada, queda claro que Noemí consideraba a su marido e hijos como
la verdadera fortuna: sin ellos falta todo, aunque regrese a la patria y
recobre las tierras de Elimelec.
El capítulo se cierra con
un versículo que resume todo lo acontecido. Menciona todo aquello cuyo
conocimiento es indispensable para la comprensión de lo que sucederá y de lo
cual este capítulo es un preámbulo (introducción): los personajes, la relación
que los une, la calidad de extranjera de Rut, la tierra de que vienen, el lugar
al que llegan, y la época del año: “Comienzo de la siega de la cebada”, es
decir, el mes de abril.
CAPÍTULO II
Aparece un nuevo
personaje: Booz, pariente de Elimelec. El nombre Booz significa “vigor de vida”
o “hay fuerza en él”. Se le atribuyen riqueza y poder; tiene jerarquía dentro
de la comunidad de Belén.
Si bien Noemí poseía las tierras
de su difunto marido, éstas, cubiertas de maleza, abandonadas por diez años, no
darían sustento a las dos mujeres, por eso Rut necesitaba salir en procura de
este.
La Ley de Moisés concedía a las
viudas, los huérfanos y los extranjeros, un privilegio de misericordia:
respigar los campos tras los segadores. Era una ley impuesta al dueño de la
cosecha para que, recordando el cautiverio en Egipto y la misericordia de Yahvé,
la practicara con los necesitados. Al mismo tiempo, dignificaba al desamparado,
transformando en derecho lo que habría sido limosna, y la mera aceptación, en
trabajo. Sin embargo, el ejercicio de tal derecho no siempre era permitido, ya
fuese por egoísmo, indiferencia o avaricia, o para evitar el desorden que los
extraños pudieran crear en el campo, o el abuso de beneficiarios poco
escrupulosos.
Rut muestra dignidad al buscar la
solución en el trabajo, aunque humilde y duro, en vez de la limosna, o de
esperar que Noemí procure sustento para ambas. En ningún momento rescata para
sí el derecho de actuar por propia decisión, después de que libremente
enajenara su voluntad al servicio de su suegra.
Estando Rut en pleno trabajo en
campos de Booz, llega éste, proveniente de Belén. Saluda y es saludado con la
tradicional fórmula religiosa que recogerá luego la liturgia católica, y aún
hoy es popular entre los campesinos de Palestina. Inmediatamente advierte la
presencia de Rut y pregunta.
Siendo Booz tan piadoso y
justo como lo muestra el relato, no debería asombrarle la presencia de una
respigadora, pues habitualmente las habría en sus campos. El carácter de
extranjera de la muchacha es lo que le llama la atención. Se muestra al mismo
tiempo, que Belén era tan pequeña, que cualquier extraño era inmediatamente
reconocido como tal. ¿La expresión “De quién es esta muchacha?” la familia a la
que pertenecía, o que la protegía. La respuesta del capataz destaca la
condición de extranjera y desamparada de Rut, y la generosidad para con su
suegra. Además, hace notar su laboriosidad: ella ha trabajado a la par de los
hombres. El gesto y la palabra se unen para expresar la emoción de Rut: la
reverencia profunda, oriental, que expresa humildad y acatamiento, y sus
palabras, resumen su asombro y gratitud. (“Ella, entonces, inclinando su rostro
hasta la tierra, le hizo una profunda reverencia, y dijo: “¿De dónde a mí tanta
dicha…”)?
Cuando Booz dialoga con Rut,
demuestra conocer su historia; tal vez no sólo tenga conocimiento de ésta por
el relato del capataz, sino que, siendo Belén por aquellos tiempos, una
población pequeña, ya todos deberían saber de la llegada e historia de la nuera
moabita de Noemí .
Booz pide a Yahvé que premie a la
joven por su conducta porque ella eligió la protección de “las alas del Dios de
Israel” Esta metáfora es de las pocas que aparecen en este libro (y, en
general, las metáforas no abundan en el Antiguo Testamento). Rut, sin falsa
humildad, no niega el haber hecho lo que hizo, pero le quita importancia al no
comentarlo.
Tras el diálogo, hay un cuadro
costumbrista, una descripción de los sencillos hábitos del mundo campesino; el
narrador habla del almuerzo en el campo, probablemente compartido por el
patrón, con una comida sencilla, aunque de porciones abundantes (otra demostración
de la generosidad de Booz que es quien provee del alimento a sus trabajadores).
En lo que se refiere a Rut, Booz
indica a sus hombres lo que han de hacer para facilitarle su labor y hacerla
más productiva. De haberlo querido, pudo regalarle una abundante medida de
grano, pero la delicadeza que ya demostró antes, se lo impide; intuye que a la
joven, que prefirió trabajar antes que mendigar, la humillaría la limosna.
Cuando Noemí se entera de quién
es el dueño de los campos de los cuales su nuera trae la cebada, pronuncia una
alabanza, a través de la cual entrelaza lo presente con lo pasado, pues Booz
fue, en otro tiempo, protector de los que ahora están muertos (Elimelec y sus
dos hijos). Noemí ve aquí la bendición y el perdón de Yahvé, por cuya
voluntad, Rut ha ido a espigar justamente a los campos de un pariente de
Elimelec y que tiene, por tanto, obligación legal de socorrerlas.
CAPÍTULO III
En este capítulo se nota un
cambio de actitud por parte de Noemí que se vuelve aún más decidida. Aunque
actuando indirectamente, provocará incidencias favorables a los
acontecimientos. Por otra parte, declara su responsabilidad con respecto a Rut
y muestra su afecto a la joven, porque busca además de solución a su vida, la
felicidad de la muchacha.
Cuando llega el fin de la
cosecha, Noemí ya tiene un plan para asegurarle el futuro a Rut junto a
Booz; para ello se valdrá de varios elementos: la alegría propia de la fiesta
propia de esta época del año, la sorpresa causada por la presencia de Rut en la
noche y la influencia de la belleza de la joven, entre otras cosas. Por eso
aconseja a Rut que se lave, perfume y ponga su mejor vestido, lo que destacará
su belleza ante los ojos de Booz, por contraste con la imagen de Rut fatigada y
desarreglada en las horas de tarea. Por esto le aconseja que no se deje ver y
que no se le acerque hasta que él se haya dormido.
Rut obedece porque considera que
Noemí tiene razón; le sobra carácter para negarse si hallara que este plan va
contra sus principios. Entiende que lo que ésta le ordena es el único medio
para cumplir con la Ley (en este caso la Ley.
En los versículos 6 y 7 nos
encontramos con una variación en el estilo que se repetirá en otros fragmentos
del mismo capítulo y que procede de una imposición del tema. Así como en otros
versículos sugiere más de lo que dice, aquí el narrador detalla lo acontecido
en la era, mediante una repetición minuciosa de las otras indicaciones de Noemí
.
La sabiduría de ésta se confirma
pues su plan se va cumpliendo punto por punto. Una vez repuesto de la sorpresa
de hallar a Rut dormida a sus pies, Booz alaba a la joven y pide a Yahvé que la
bendiga por esta nueva muestra de virtud: haber ido hasta allí y proponerse
como esposa, reclamando además la redención, todo por obediencia y cariño a
Noemí. Él se muestra humilde al considerarse, a pesar de su riqueza
y su prestigio, en inferioridad de condiciones por su edad, frente a los
hombres jóvenes, y reconoce los poderosos atractivos de la juventud. Únicamente
en este pasaje podría encontrarse una alusión a la belleza de Rut, al
considerar que, pese a ser viuda y extranjera, tiene el atractivo como para
encontrar en los jóvenes de Belén el amparo que le está pidiendo a él.
Las precauciones que toma Booz
para que Rut no sea vista a la hora de partir, dan muestra de su carácter, de
sus valores; protege e la joven de posibles habladurías que mancharían su
reputación, influyendo negativamente en su futuro y, especialmente en las
decisiones del verdadero “goel” (el pariente soltero más cercano, que es quien
puede asumir la administración de las tierras de Elimelec y casarse con Rut;
Booz puede hacer ese reclamo sólo si el otro no muestra interés).
CAPÍTULO IV
Tal como Booz le había dicho a
Rut, convoca al pariente soltero más cercano para tratar la cuestión del amparo
a Noemí y Rut. Así como la fuente era el lugar de cita de las mujeres, las
puertas de la ciudad lo eran de los hombres, por eso es allí donde se da el
encuentro. Aquí tenemos otro cuadro costumbrista, como el que
mencionábamos con respecto al almuerzo del Booz y sus campesinos.
Como el pariente aludido no
desempeña sino un papel secundario (y acaso por menosprecio porque no cumplió
las obligaciones que la Ley le imponía), no se lo nombra.
Por tratarse de una escena donde
tiene tanta importancia el aspecto legal, hay minuciosidad en la descripción de
las acciones y también se emplean reiteraciones. Como variación en el estilo se
nota cierta teatralidad en la manera de narrar, más notoria que en los demás
capítulos.
Booz quiere casarse con Rut, pero
no tiene derecho a hacerlo, pues no es el pariente soltero más cercano, como ya
se ha dicho, por ello quizás, recurre a una artimaña: hablarle del matrimonio
con Rut –una extranjera- casi como una pesada e inevitable carga que llevará
quien ampare a las dos mujeres. Calla todos los elogios y sólo destaca su
condición de viuda y extranjera. Añade lo que el otro ya sabe: que el hijo que
su descendencia (el primer hijo, para ser más precisos) será considerado hijo
del difunto marido de Rut y tendrá derecho a sus tierras( las tierras de su
padre que el nuevo marido de Rut debe comprar): así lo establece la Ley.
El otro renuncia a ejercer su
derecho de parentesco pensando en los perjuicios económicos (perdería en
beneficio del hijo mayor, la tierra comprada), y también político-familiar,
pues, si tuviesen un solo hijo, éste llevaría el nombre del difunto, mientras
que el verdadero padre quedaría sin descendencia legal dada por esa mujer. Y la
condición de extranjera termina por disuadir al pariente.
En los versículos 7 y 8, el
narrador interrumpe narración y diálogo para explicar una costumbre jurídica de
aquel entonces: el intercambio de las sandalias; el calzado simbolizaba
posesión.
Con el matrimonio entre Rut y
Booz y el nacimiento del primogénito (Obed), Noeí recupera la alegría pues
vuelve a tener lo que para ella es la riqueza mayor: la familia. Y ese
niño representa la continuidad de su sangre por los motivos que ya hemos
explicado.
Semejante a la escena de las
puertas de la ciudad, en la que se muestra la satisfacción de los hombres por
la boda de Booz y Rut, y paralela a ella, se muestra la alegría de las mujeres
por el nacimiento del nieto de Noemí.
La genealogía final, que
vincula a Rut con el rey David, es para algunos críticos, una muestra de la
transición entre la narración histórica, y la novelesca. Siglos más tarde,
Mateo y Lucas, en sus respectivos Evangelios, y conservando la continuidad
bíblica, incluirán esta genealogía en la de Jesús, uno de ellos con mención
expresa de Rut, dando así a la moabita el más alto privilegio que pudiera
imaginar una extranjera vinculada a la casa de Israel: ser antecesora de aquél
en quien se renovaría la Alianza y se cumpliría la promesa mesiánica: Jesús.
Por eso se dice que el tema del Libro de Rut es la recompensa a la fidelidad
(ya sea a su suegra Noemí, ya sea a Yahvé, el dios que adoptó por libre
voluntad).
Publicado por Carmen Ramírez en 15:49
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