ANÁLISIS Y GUÍA DE ESTUDIO
LITERATURA ANTIGUA Y MEDIEVAL
LUIS QUINTANA TEJERA
INTRODUCCIÓN
. Explicación
necesaria
Es
preciso descubrir en la lectura la herramienta principal que todo estudiante
manejará, pero esta lectura no puede ni debe poseer un carácter superficial;
por el contrario, a través de ella el alumno leerá razonando, entendiendo, para
llegar a conclusiones básicas que le permitan encarar todo tipo de estudio con
una clara conciencia de que las dificultades existen para ser superadas y que
de ninguna manera se dejará vencer por éstas.
Por lo anterior, en el presente volumen
de Literatura llevamos a cabo un recorrido analítico por las diferentes
manifestaciones literarias desde sus orígenes en el mundo Antiguo, hasta la
edad media inclusive. El período abarcado resulta excesivamente extenso y por
ello hemos optado por una línea selectiva en cuanto al enfoque corresponde, que
nos obligó a escoger unos autores en desmedro de otros. No obstante, analizamos
más de 25 escritores y sus obras representativas.
Con este objetivo, la bibliografía
consultada y utilizada —selectiva
también— incluye muchos volúmenes integrados por libros de creadores, de
historia literaria, de teoría y metodología de la disciplina estudiada y de
crítica.
Aunque organizamos el trabajo teniendo
en cuenta un recorrido informativo por esta primera parte de la historia de la
literatura universal y por sus autores, no perdemos de vista que se trata de
una historia crítica y razonada en donde la información histórica y social
aparece supeditada a la lectura y consiguiente análisis literario.
Sobresale además una propuesta
didáctica específica de un texto destinado preferentemente —aunque no
exclusivamente— a estudiantes de Enseñanza Media Superior y Superior. Por lo
tanto, toda persona interesada en el análisis de la literatura encontrará aquí
los señalamientos eficaces que podrán ser ampliados mediante la consulta de los
materiales complementarios que se recomiendan y señalan.
En el orden didáctico, el volumen
ofrece de manera gradual una guía adecuada para que el maestro pueda medir el
nivel de conocimiento que el educando adquiera paulatinamente. Acorde con esto,
cada tema se inicia con una serie de preguntas o propuestas que llevan por
título: RECUERDA LO QUE SABES, y que tiene como objetivo aplicar la prueba
diagnóstica inicial, muy importante para que el educador tome contacto con el
“estado de la cuestión”, es decir, ¿qué saben sus alumnos del tema?
Siguen luego los “comentarios” y las
“actividades”; en los primeros se incorporan importantes intervenciones en
torno a los asuntos enfocados; y, en las segundas, aparecen los ejercicios
propiamente dichos que permitirán llevar a cabo una evaluación continua del
educando. Estas actividades poseen un carácter dinámico y actual; incluyen
vocabularios razonados, análisis literarios, ejercicios de métrica y poesía
—cuando corresponda—, lecturas complementarias, investigación bibliográfica,
búsqueda en Internet, y, sobre todo, propuestas de temas para desarrollar que
de una manera u otra están conectadas con el texto literario trabajado en ese
momento.
Al concluir cada subtema anexamos otro
ejercicio de evaluación que denominamos: LO QUE HAS APRENDIDO, en el cual
resumimos los aspectos básicos ya trabajados y cerramos parcialmente el ciclo
de aprendizaje de ese subtema.
Por otro lado, el libro no posee un
carácter unilateral, sino que apoyado en relevante metodología crítica y en una
didáctica moderna de la literatura se proyecta hacia diferentes campos que
tienen por eje —obviamente— la comprensión literaria.
De forma paralela, tanto el educando como el educador hallarán
un texto que no se agota en el transcurso de un semestre, aun cuando sí abarca
todos los contenidos que el mencionado período exige. Con ello nos referimos a
que el material propuesto debe ser dosificado por el Maestro o por cualquier
otro lector con interés literario, quienes se verán obligados a elegir la línea
de desarrollo temático que más les interese, así como también los ejercicios de
evaluación continua que consideren más adecuados al planteamiento preferido.
Por ejemplo, en las lecturas complementarias se abre un amplio abanico de
posibilidades lectoras que no podrán abarcarse ni siquiera en un año de
trabajo; aquí será imprescindible seleccionar aquellos libros que llamen la
atención del usuario y que especialmente se adapten al enfoque escogido. De
esta forma —en lo que al estudiante refiere— éste tendrá en sus manos un
material que podrá continuar usando aun después de concluido el curso de
Literatura Antigua y edad media.
Por esto, el libro proporciona no
únicamente un vasto panorama de la literatura universal, sino que también abre
caminos para que el lector escoja y profundice en ellos, acorde con sus propias
expectativas o, según sea el caso, con las necesidades programáticas que el
educador debe atender ineludiblemente.
Es preciso aclarar también que hay
obras y escritores en cada época que no sólo han dejado una huella imborrable,
sino que además se constituyen como ejes inevitables —una suerte de columna
vertebral del conocimiento— que resultan imprescindibles para lograr la simple
aprehensión del hecho literario. Nos referimos, por ejemplo, a los homéridas en
la Grecia Antigua, a los juglares y
trovadores en el medievo, Dante en el Humanismo italiano y Boccaccio en el
mismo período. Sólo por destacar algunos de estos creadores.
Por supuesto, los autores y corrientes
mencionados antes son analizados con la profundidad requerida, pero sin
descuidar otros planteamientos que en resumidas cuentas vienen a definir las
diversas posibilidades de enfoque que el libro propone.
Únicamente esperamos que este volumen
sea una herramienta útil para el educador, para el estudiante, y también para
el inquieto lector que desea integrar su propio panorama y llegar así al goce
que la literatura proporciona mediante la lectura, su análisis y comprensión.
. Recuerda lo que
sabes
Esta serie de
preguntas que aparecen a continuación las deberás contestar de acuerdo con tu
criterio y con los conocimientos que ya has adquirido a lo largo de tus
estudios.
1. ¿Cómo reconoces una obra
literaria?
2. ¿Cualquier texto que
encuentres en una biblioteca es una obra literaria?
3. Si lees, por ejemplo,
una crónica policial en el periódico, ¿es una obra de creación literaria?
4. ¿Recuerdas alguna clasificación de las obras
literarias por su forma?
¿Qué es literatura?
Lee atentamente
los siguientes textos:
Texto 1.
Los más
corpulentos de todos los animales terrestres son los elefantes, pertenecientes
al orden proboscídeos, así llamados por su nariz prolongada en una larga trompa
o probóscide muscular, flexible y prensil, en cuyo extremo se abren los
orificios nasales. Sus extremidades poseen cinco dedos, sostenidos por una
especie de almohadilla elástica común; las pezuñas son anchas y planas. La piel
está casi desnuda y desprovista de glándulas sebáceas, razón por la cual el
baño periódico constituye una necesidad a la vez que un placer.
El nombre de
colmillos que suele darse a las defensas de los elefantes no es muy apropiado,
porque carecen de caninos; son en realidad incisivos, de los cuales tienen sólo
un par en la mandíbula superior. Las enormes defensas carecen de raíz, crecen
continuamente y están compuestas de dentina, o marfil, ya que el esmalte, que
sólo existe en la punta, se desgasta con rapidez y desaparece. (2004: 240).
Texto 2.
Elefante. […] Mamífero
del orden de los Proboscidios, el mayor de los animales terrestres que viven
ahora, pues llega a tres metros de alto y cinco de largo. Tiene el cuerpo de
color ceniciento oscuro, la cabeza pequeña, los ojos chicos, las orejas grandes
y colgantes, la nariz y el labio superior unidos y muy prolongados en forma de
trompa, que extiende y recoge a su arbitrio y le sirve de mano. Carece de
caninos y tiene dos dientes incisivos, vulgarmente llamados colmillos, macizos
y muy grandes. (2001: 871).
Texto 3.
El elefante
(fragmento) (2002: 30).
Viene desde el
fondo de las edades y es el último modelo terrestre de maquinaria pesada,
envuelto en su funda de lona. Parece colosal, porque está construido con puras
células vivientes y dotado de inteligencia y memoria. Dentro de la acumulación
material de su cuerpo, los cinco sentidos funcionan como aparatos de precisión
y nada se les escapa. Aunque de pura vejez hereditaria son ahora calvos de
nacimiento, la congelación siberiana nos ha devuelto algunos ejemplares
lanudos. ¿Cuántos años hace que los elefantes perdieron el pelo? En vez de
calcular, vámonos todos al circo y juguemos a ser los nietos del elefante, ese
abuelo pueril que ahora se bambolea al compás de una polka…
No. Mejor
hablemos del marfil. Esa noble sustancia, dura y uniforme, que los paquidermos
empujan secretamente con todo el peso de su cuerpo, como una material expresión
de pensamiento. El marfil, que sale de la cabeza y que desarrolla en el vacío
dos curvas y despejadas estalactitas. En ellas, la paciente fantasía de los
chinos ha labrado todos los sueños formales del elefante.
Comentario
Como te habrás
dado cuenta, cada uno de estos textos hace referencia al elefante, sin embargo,
la manera en que se habla de él es diferente en cada caso. En el 1, se
proporciona una descripción de este animal a partir de características
anatómicas; en el texto 2, de manera similar, se define al elefante en función
de su físico; ambos pasajes (1 y 2) resultan similares; sin embargo, existen
importantes diferencias entre ellos y el tercero. Este último alude a diversas
características del elefante, pero emplea un estilo que difiere en mucho a los
anteriores: por ejemplo, para indicar la antigüedad de la especie dice “viene
desde el fondo de las edades.” El texto 3 es literario, los otros dos no lo
son.
Actividades
1. Lee nuevamente los textos anteriores; detecta
con qué palabras presenta cada uno de ellos ciertas características del
elefante y transcríbelas en el siguiente cuadro:
Característica |
Texto 1 |
Texto 2 |
Texto 3 |
Tamaño |
|
|
|
Piel |
|
|
|
Colmillos |
|
|
|
Marfil |
|
|
|
Con el ejercicio
previo te has percatado de que la utilización del lenguaje en un texto
literario es diferente a otros, como los escritos técnicos; el contenido de los textos anteriores es el
mismo (descripción de un elefante), pero la forma
en que se manifiesta cambia. En literatura, entonces, la diferencia del texto
radica en la forma.
Has conocido ya
qué es y qué no es literatura a través de la forma del lenguaje; ahora, se
trata de definirla.
Quizá en alguna
ocasión habrás escuchado este término aplicado al conjunto de textos propios de
una disciplina o una ciencia (por ejemplo, “literatura jurídica”); algunas
personas suelen considerar literatura todo material impreso de cierto número de
hojas, de tal forma que aquí engloban cualquier libro, independientemente de su
temática, la forma de utilización del lenguaje o, lo que es más, su calidad. En
ninguno de los casos anteriores se trata de literatura.
La literatura se
concibe como una de las bellas artes, junto con la danza, la música, la
escultura, la pintura, la arquitectura y, recientemente incluido, el cine. Su
materia prima es el lenguaje, a través del cual encuentran expresión las ideas
del artista, manifiestas en la obra literaria.
Si bien el autor
de un texto de esta naturaleza no siempre tiene en mente un lector[1]
(es decir, un receptor de su creación), la obra literaria no se realiza
plenamente si no existe alguien que la lea, alguien que reciba el efecto
estético que transmite.
Definir literatura no es un trabajo fácil, y ha
sido tarea de numerosos pensadores y estudiosos desde los tiempos de
Aristóteles; por supuesto, aquí no te brindaremos una definición contundente,
sólo dejamos establecida una aproximación que tú, según tu experiencia y los conocimientos
que vayas adquiriendo, podrás complementar y enriquecer.
Literatura, por
lo tanto, es el arte de la expresión mediante la utilización del lenguaje, con
el objetivo de provocar un efecto estético en el lector.
La literatura
surge como producto de una necesidad humana por expresar sus emociones, sus
ideas, su forma de ver el mundo; por ello, se trata de un arte ligado
intrínsecamente con el hombre.
Actividades
LO QUE
HAS APRENDIDO
En seguida se
presentan algunas oraciones que implican lectura; señala con una L si
consideras que alude a un hecho literario, de lo contrario anota NL.
a.
Fui a la biblioteca a consultar una enciclopedia. ( )
b.
Debo leer Gringo viejo, de Carlos
Fuentes. ( )
c.
“Beso: Acción y efecto de besar” (
)
d.
Mi maestro comentó que era necesario estudiar toda la literatura referente a
este problema químico. ( )
e.
Leí Las mil y una noches el mes
pasado. ( )
f. “¿Qué es, señora, un beso? Un juramento hecho
de cerca; un subrayado de color de rosa que al verbo amar añaden…” (
)
g. “Hijo: tuve que salir. Dejé tu comida en la
mesa. Cuídate. Mamá.” ( )
Ahora, deberás
registrar tu propio concepto de literatura; por supuesto, debes basarte en lo
comentado con antelación.
Formas
de clasificación de la
literatura
A lo largo de la
historia, en distintos pueblos y en diferentes momentos se ha estudiado la obra
literaria, también a partir de diversas perspectivas. Se habla, entonces, de
“literatura medieval” o “literatura romántica” para hacer referencia a un
conjunto de obras de una época determinada, o de “literatura inglesa” para
aludir a los textos literarios producidos en una nación, independientemente de
la época. Estas categorizaciones de la literatura tienen un enfoque
historicista.
Existe otra forma
de clasificar obras literarias: a través de su estructura, de tal modo que se
crean los géneros literarios. Aun en este ámbito no existe universalidad sobre
el establecimiento de géneros y sus características. Para este curso, no profundizaremos
demasiado, así que únicamente referiremos la existencia de cuatro géneros
básicos: narrativo, lírico y dramático. (Cfr. 1993). El siguiente cuadro
explica brevemente en qué consiste cada uno de ellos:
Género |
Características |
Ejemplos |
Narrativo |
Comprende una historia contada por
alguien, por lo tanto, implica la existencia de un narrador; se distinguen, básicamente, el cuento (narración corta)
y la novela (narración extensa). |
|
Lírico |
No contiene una historia, se presenta de
forma breve, generalmente en verso, con ritmo, profundiza sobre un solo tema
y la importancia de la forma es mayor que en los otros dos géneros (de ahí la
trascendencia de las figuras retóricas que suele contener). |
Érase un hombre a una nariz pegado; éase una nariz superlativa; érase una nariz sayón y escriba; érase un pez espada muy barbado. Era un reloj de sol mal encarado; érase una alquitara pensativa; érase un elefante boca arriba; era Ovidio Nasón más naridado. (Francisco de Quevedo, A una nariz, fragmento) |
Dramático |
Involucra una historia y su
representación, por lo tanto, no existe un narrador; es un texto hecho para
ser representado, y ello se refleja en su estructura con el dominio del
diálogo. |
Ulises.
¿Qué estás haciendo, Atena? No, no le llames, que no salga. Atena.
Silencio, ¿o es que no sabes contenerte y vas a acarrear con una fama de
cobardía? Ulises.
No, por los dioses, pero que quede dentro: ya hay bastante. Atena.
¿Por qué? Pero, ¿qué temes? Él, antes, ¿no era un hombre? (Sófocles, Áyax) |
Cada uno de estos
géneros posee características propias; no siempre son identificables a primera
vista, puesto que determinadas obras literarias contienen rasgos que pertenecen
a uno y otro. Al mismo tiempo, cada uno cuenta con recursos propios de análisis;
a continuación, Que presentan sólo
algunos de ellos.
Texto narrativo
El texto
narrativo implica una historia que se cuenta; ese relato es realizado por una
entidad distinta al autor: por el narrador. Otros elementos importantes son los
personajes, el tiempo y el espacio.
El narrador
El narrador ha
sido objeto de diferentes estudios que han arrojado tipologías que dependen de
la persona que narra, su participación en lo narrado y cómo refiere la
enunciación de los personajes.
Si se considera
que el narrador es un mediador que expresa los hechos relatados, se tienen que
establecer tres relaciones diferentes con los personajes, según su conocimiento
de la historia:
a) Narrador omnisciente: sabe más que los
personajes, incluso percibe lo que éstos piensan y sienten, posee el
conocimiento de lo que ha pasado antes de lo narrado y lo que pasará después.
b) Narrador equisciente: sabe lo mismo que los
personajes, sea o no uno de ellos, por lo tanto, no tiene posibilidad de
conocer qué piensan otros ni puede predecir lo que ocurrirá o expresar lo que
desconoce.
c) Narrador deficiente: sabe menos que los
personajes, así que va enterándose de los hechos cuando van ocurriendo,
desconoce la conciencia de cualquier personaje.
En lo que se
refiere a la participación del narrador, debe considerarse que existen dos
maneras en que se presenta la historia: si es una sola o si engloba otra (u
otras) dentro de ella. Cuando el narrador pertenece a una historia sin
dependientes, es decir, cuando no incluye otras, puede ser:
a) Heterodiegético: no participa en la historia.
Ejemplo:
b) Homodiegético: interviene en lo relatado; por
lo tanto, es un personaje. Ejemplo: En numerosos cuentos de Jorge Luis Borges
se observa la presencia del narrador que adopta la condición y características
de un personaje.
c) Autodiegético: no sólo interviene en la
diégesis, sino que lo contado es su propia historia, en consecuencia, es el
protagonista de lo que narra. Ejemplo: Lazarillo
de Tormes de autor anónimo en donde el personaje cuenta en primera persona
su vida.
En los casos en
que se trata de una historia que incluye otras o que se circunscribe dentro de
alguna, el narrador puede ser:
a) Extradiegético: corresponde al relato
principal, es decir, al que enmarca otras diéresis.
b) Intradiegético: pertenece a una historia
incluida en otra.
En la novela Abel Sánchez del escritor español Miguel
de Unamuno, el narrador extradiegético abre —con el subtítulo tanto como con el
fragmento al “Prólogo a la segunda edición”— y cierra —“¡Queda escrito! — la
novela; la subtitula, cede paso después al escritor —en el prólogo—, y constantemente intercala
su relato con el de Joaquín Monegro —personaje de la novela—, este último de
nivel intradiegético.
Estilo directo e indirecto
En lo que
respecta a la manera en que el narrador manifiesta el discurso de los
personajes, existen el estilo directo, el indirecto y el indirecto libre.
El estilo directo
implica que el narrador reproduzca las palabras de los personajes como fueron
emitidas; para ello recurre a la utilización de marcas como las comillas o el guion
largo:
Llamamos. José apareció. Mientras
terminábamos con él, la escocesa murmuró tranquilamente junto a Antonia:
·
¿No tienes nada que decir a José, pequeña?
—Ciertamente —respondió la bonita y pálida criatura—. Me has adivinado. (2003: 100-101).
El narrador
utiliza el estilo indirecto cuando da a conocer que el personaje se ha
expresado, pero sin reproducir exactamente sus palabras: “untó otro pensamiento
sobre éste, como mantequilla sobre pan tostado: ¿se había mirado Harriet
Winslow en los espejos al entrar aquí?” (1993: 45).
Finalmente, el
estilo indirecto libre significa que el narrador deje asentado que el personaje
realizó un acto de habla, aunque no expresa lo dicho: “Había contado alguno de
aquellos cuentos a un amigo cuando venía a visitar la granja.” (2003: 43).
Los personajes
El narrador
relata acciones que, evidentemente, son realizadas por alguien: los personajes.
La clasificación de éstos depende de tres factores: su importancia para la
historia, su postura en ella y su composición.
En cuanto a la
importancia del personaje para la historia, éste puede ser principal,
secundario u ocasional. El principal es aquél en torno al cual giran los hechos
narrados; su presencia resulta imprescindible. El personaje secundario posee
importancia sólo en función del principal, puede aparecer o desaparecer en
cualquier momento de la narración. Finalmente, el personaje ocasional (llamado
también incidental) surge de manera esporádica en la narración, generalmente
para cumplir una función específica dentro de la historia, y luego desaparece.
En lo que se
refiere a la postura adoptada por el personaje, éste puede ser protagonista o
antagonista; el primero realiza las principales acciones narradas, mientras que
el segundo es el encargado de obstaculizarlo.
En cuando a su
composición, los personajes se dividen en individuales y en colectivos; el
primer caso es el más común en los textos narrativos, se refiere a un solo
individuo; el segundo, en cambio, aglutina dos o más entidades que se comportan
como una sola (por ejemplo, el pueblo en alguna novela histórica).
Los personajes no
solamente son humanos, sino que pueden ser animales (como en algunas fábulas)
e, incluso, entidades inanimadas.
Otro aspecto
importante de los personajes es su descripción; ésta permite que el lector sepa
cómo son los personajes tanto externa como internamente; cuando se realiza una
descripción externa, el narrador proporciona un retrato físico (edad, estatura,
género, color de piel y ojos, etcétera), mientras que si refiere una
descripción interna, ha elaborado un retrato psicológico (temperamento, humor,
personalidad).
Espacio
En el texto
narrativo, los personajes requieren de un espacio que los contenga; así, lo
espacial es transmitido por el narrador a través de descripciones que explican
cómo es el lugar en que se realizan las acciones; de manera general, se tiene
que el espacio se divide en dos tipos: abierto o cerrado. El espacio abierto se
presenta cuando el lugar se encuentra en los exteriores, como las calles, la
campiña, una plaza, el mar, etcétera. En oposición, el espacio cerrado se
establece en los interiores: dormitorios, casas, escuelas, oficinas, entre
otros.
Tiempo
Finalmente, se
halla el tiempo; por supuesto, las acciones relatadas se desarrollan en una
dimensión temporal, y no siempre son contadas conforme ocurren, es decir, el
orden. Existen básicamente dos alteraciones de orden: las retrospecciones
(analepsis) y las prospecciones (prolepsis); las analepsis significan un salto
hacia atrás en el tiempo, generalmente útil para explicar hechos previos a lo
que se narra; por su parte, las prolepsis predicen algo que va a ocurrir en el
relato.
Con los elementos
proporcionados, es posible realizar un breve análisis de la estructura de un
texto narrativo, sin importar que se trate de una novela o un cuento.
Actividades
1. Lee el texto que se ofrece a continuación. Se
trata de un cuento. En seguida completa el cuadro presentado.
El
almohadón de plumas
Horacio
Quiroga.
Su luna de miel
fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su
marido heló sus soñadas niñerías de novia. Ella lo quería mucho, sin embargo, a
veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la
calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía
una hora. Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer.
Durante tres
meses —se habían casado en abril— vivieron una dicha especial.
Sin duda ella
hubiera deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva e
incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía siempre.
La casa en que
vivían influía no poco en sus estremecimientos. La blancura del patio
silencioso —frisos, columnas y estatuas de mármol— producía una otoñal
impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el
más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba aquella sensación de
desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en toda
la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia.
En ese extraño
nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No obstante, había concluido por echar
un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil, sin
querer pensar en nada hasta que llegaba su marido.
No es raro que
adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que se arrastró insidiosamente
días y días; Alicia no se reponía nunca. Al fin una tarde pudo salir al jardín
apoyada en el brazo de su marido. Miraba indiferente a uno y otro lado. De
pronto Jordán, con honda ternura, le pasó muy lento la mano por la cabeza, y
Alicia rompió en seguida en sollozos, echándole los brazos al cuello. Lloró
largamente todo su espanto callado, redoblando el llanto a la menor tentativa
de caricia. Luego los sollozos fueron retardándose, y aún quedó largo rato
escondida en su cuello, sin moverse ni pronunciar una palabra.
Fue ése el último
día en que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente amaneció desvanecida. El
médico de Jordán la examinó con suma atención, ordenándole cama y descanso
absolutos.
·
No sé —le dijo a Jordán en la puerta de
calle con la voz todavía baja—. Tiene una gran debilidad que no me explico. Y
sin vómitos, nada… Si mañana se despierta como hoy, llámeme en seguida.
Al otro día
Alicia seguía peor. Hubo consulta. Se constató una anemia de marcha agudísima,
completamente inexplicable. Alicia no tuvo más desmayos, pero se iba
visiblemente a la muerte. Todo el día el dormitorio estaba con las luces
prendidas y en pleno silencio. Pasábanse horas sin que se oyera el menor ruido.
Alicia dormitaba. Jordán vivía en la sala, también con toda la luz encendida. Se
paseaba sin cesar de un extremo a otro, con incansable obstinación. La alfombra
ahogaba sus pasos. A ratos entraba en el dormitorio y proseguía su mudo vaivén
a lo largo de la cama, deteniéndose un instante en cada extremo a mirar a su
mujer.
Pronto Alicia
comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al principio, y que
descendieron luego a ras del suelo. La joven, con los ojos desmesuradamente
abiertos, no hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la
cama. Una noche quedó de repente mirando fijamente. Al rato abrió la boca para
gritar, y sus narices y labios se perlaron de sudor.
·
¡Jordán! ¡Jordán! —clamó, rígida de
espanto, sin dejar de mirar la alfombra.
Jordán corrió al
dormitorio, y al verlo aparecer Alicia lanzó un alarido de horror.
·
¡Soy yo, Alicia, soy yo!
Alicia lo miró
con extravío, miró la alfombra, volvió a mirarlo, y después de largo rato de
estupefacta confrontación, se serenó.
Sonrió y tomó
entre las suyas la mano de su marido, acariciándola por media hora, temblando.
Entre sus
alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide apoyado en la alfombra sobre
los dedos, que tenía fijos en ella sus ojos.
Los médicos
volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida que se acababa,
desangrándose día a día, hora a hora, sin saber absolutamente cómo. En la
última consulta Alicia yacía en estupor, mientras ellos pulsaban, pasándose de
uno a otro la muñeca inerte. La observaron largo rato en silencio, y siguieron
al comedor.
·
Pst… —se encogió de hombros desalentado su
médico—. Es un caso serio… Poco hay que hacer.
·
¡Sólo eso me faltaba! —resopló Jordán. Y
tamborileó bruscamente sobre la mesa.
Alicia fue
extinguiéndose en subdelirio de anemia, agravado de tarde, pero remitía siempre
en las primeras horas. Durante el día no avanzaba su enfermedad, pero cada
mañana amanecía lívida, en síncope casi. Parecía que únicamente de noche se le
fuera la vida en nuevas oleadas de sangre. Tenía siempre al despertar la
sensación de estar desplomada en la cama con un millón de kilos encima. Desde
el tercer día este hundimiento no la abandonó jamás. Apenas podía mover la
cabeza. No quiso que le tocaran la cama, ni aun que le arreglaran el almohadón.
Sus terrores crepusculares avanzaban ahora en forma de monstruos que se
arrastraban hasta la cama, y trepaban dificultosamente por la colcha.
Perdió luego el
conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a media voz. Las luces
continuaban fúnebremente encendidas en el dormitorio y la sala. En el silencio
agónico de la casa, no se oía más que el delirio monótono que salía de la cama,
y el sordo retumbo de los eternos pasos de Jordán.
Alicia murió, por
fin. La sirvienta, cuando entró después a deshacer la cama, sola ya, miró un
rato extrañada el almohadón.
·
¡Señor! —llamó a Jordán en voz baja—. En el
almohadón hay manchas que parecen de sangre.
Jordán se acercó
rápidamente y se dobló sobre aquél. Efectivamente, sobre la funda, a ambos
lados del hueco que había dejado la cabeza de Alicia, se veían manchitas
oscuras.
·
Parecen picaduras —murmuró la sirvienta
después de un rato de inmóvil observación.
·
Levántelo a la luz —le dijo Jordán.
La sirvienta lo
levantó, pero en seguida lo dejó caer y se quedó mirando a aquél, lívida y
temblando. Sin saber por qué, Jordán sintió que los cabellos se le erizaban.
·
¿Qué hay? —murmuró con voz ronca.
·
Pesa mucho —articuló la sirvienta, sin
dejar de temblar.
Jordán lo
levantó; pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa del
comedor Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores
volaron, y la sirvienta dio un grito de horror con toda la boca abierta,
llevándose las manos crispadas a los bandós. Sobre el fondo, entre las plumas,
moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola
viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca.
Noche a noche,
desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca —su
trompa, mejor dicho— a las sienes de aquélla chupándole la sangre. La picadura
era casi imperceptible. La remoción diaria del almohadón sin duda había
impedido al principio su desarrollo; pero desde que la joven no pudo moverse la
succión fue vertiginosa. En cinco días, en cinco noches, había vaciado a
Alicia.
Estos parásitos
de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas
condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles
particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma.
(1995: 62-65).
Narrador |
||||
Según su conocimiento de la historia |
|
|||
Según su participación |
|
|||
Estilos presentes (un ejemplo para cada uno) |
|
|||
Personajes |
||||
Nombre |
Tipos |
Retrato
físico |
Retrato
psicológico |
|
1. |
|
|
|
|
2. |
|
|
|
|
3. |
|
|
|
|
4. |
|
|
|
|
5. |
|
|
|
|
Espacio |
||||
Cerrado |
|
|||
Abierto |
|
|||
Tiempo |
||||
Analepsis |
|
|||
Prolepsis |
|
|||
Texto lírico
El texto lírico
generalmente se expresa en verso; cada uno de éstos está conformado por
sílabas; a su vez, los versos se agrupan en estrofas. Cuando se trata de un
poema con estructura clásica, las estrofas son fácilmente identificables, pero
en poemas contemporáneos en ocasiones ni siquiera está presente el verso. El
seccionamiento de éste en sílabas suele obedecer al ritmo que ofrece.
La característica
relevante del texto lírico consiste en la utilización del lenguaje figurado, es
decir, aquel que emplea formas que lo alejan del modo directo y cotidiano de
expresión; para ello, suele recurrirse a las figuras literarias; básicamente, éstas
se agrupan en figuras de pensamiento, figuras de lenguaje y tropos; referimos
aquí solamente algunas.[2]
(2002: 1301).
1. Figuras de pensamiento.
a) Antítesis: Implica contraste entre términos o
expresiones.
Ve, suspiro
caliente, al pecho frío
de aquella viva
piedra por quien muero.
(Luis Barahona de
Soto, “Ve, suspiro caliente”)
b) Apóstrofe: vocativo o invocación dirigido a
alguien.
·
Antonio Torres Heredia,
Camborio de dura
crin,
moreno de verde
luna,
voz de clavel
varonil:
¿Quién te ha
quitado la vida
cerca del
Guadalquivir?
(García Lorca,
“Muerte de Antoñito el Camborio”)
c) Eufemismo: Expresión que sustituye a una que no
desea decirse; en ocasiones ello obedece a que resulta violenta, desagradable o
prohibida.
Allí me mostrarías
aquello que mi
alma pretendía,
y luego me darías
allí tú, vida mía,
aquello que me
diste el otro día.
(San Juan de
Otros ejemplos: “Voló al cielo”, “dejó de existir” en
lugar de “murió”.
d) Hipérbole: Implica una exageración; expresa una
idea que traspasa lo verosímil.
Sobre el corazón
la mano
me he puesto,
porque no suene
su latido, y de la
noche
turbe la calma solemne.
(Bécquer, Rima xxvii)
e) Oxímoron: Unión de dos palabras de significado
opuesto para crear uno nuevo.
Dulce soñar y
dulce congojarme,
Cuando estaba
soñando que soñaba…
(Juan Boscán)
Jeremiah de Saint
Amour era un santo ateo. (García
Márquez).
Otros ejemplos:
la dulce amargura del amor, la paz armada, el canto silencioso de la tarde.
f) Personificación: Atribución de cualidades
humanas a cosas inanimadas o abstractas.
Frunce su rumor el
mar.
Los olivos
palidecen.
Cantan las flautas
de umbría…
(García Lorca,
“Preciosa y el aire”)
g) Prosopopeya: Similar a la personificación,
consiste en atribuir discurso a entidades no humanas.
cruzó la ancha
nave,
las puertas
gimieron…
(Bécquer, Rima lxxiii)
2. Figuras de lenguaje.
a) Aliteración: Repetición de un sonido a fin de
intensificar la idea expresada.
Y
al cuello el lazo atado
con que desenlazó de la cadena
el
corazón cuitado…
(Garcilaso
de
b) Anáfora: Repetición de una o varias palabras al
inicio de una oración, verso o periodo sintáctico para destacar cierta idea.
¿Cómo eres rey sin
estado?
¿Cómo Dios y estás
desnudo?
¿Cómo elocuente,
si mudo?
¿Cómo cobarde, si
osado?
(Tirso de Molina,
“Chispas”)
c) Onomatopeya: Imitación del sonido de algo con
el vocablo creado para aludirlo.
Cantan las flautas
de umbría
y el liso gong de
la nieve.
(García Lorca,
“Preciosa y el aire”)
3. Tropos.
a) Alegoría: Representación de elementos
abstractos mediante objetos concretos.
Me sentí de un
ardiente
deseo llena el
alma:
¡como atrae un
abismo, aquel misterio
hacia sí me
arrastraba!
(Bécquer, Rima lxxiv)
b) Comparación: Relación entre elementos a través
de nexos.
En mi cielo al
crepúsculo eres como una nube
y tu color y forma
son como yo los quiero.
(Neruda, Poema 16
de Veinte poemas de amor y una canción desesperada)
c) Metáfora: Comparación carente de nexos;
traslado de sentidos.
El
rubí de tu boca me rindiera (Francisco Medrano, “El rubí de tu boca”)
d) Sinestesia: Vinculación de uno o más registros
sensoriales con un sentido que no les corresponde.
Cobre
amarillo su carne,
huele a caballo y a sombra.
(García
Lorca, “Romance de la pena negra”)
Actividades
1. Investiga en el Diccionario de
2. Busca en el mismo diccionario anterior los
términos “aliteración y anáfora”.
3. Investiga la significación de los vocablos
“metáfora y sinestesia”. Redacta dos ejemplos con cada una de estas figuras
literarias.
4. Lee el siguiente poema; localiza todas las
figuras literarias
que te sea
posible, señalando cada una.
Áspero amor,
violeta coronada de espinas,
matorral entre
tantas pasiones erizado,
lanza de dolores,
corola de la cólera,
por qué caminos y
cómo te dirigiste a mi alma?
Por qué
precipitaste tu fuego doloroso,
de pronto, entre
las hojas frías de mi camino?
¿Quién te enseñó
los pasos que hasta mí te llevaron?
Qué flor, qué
piedra, qué humo mostraron mi morada.
Lo cierto es que
tembló la noche pavorosa,
el alba llenó
todas las copas con su vino
y el sol
estableció su presencia celeste,
mientras que el
cruel me cercaba sin tregua
hasta que
lacerándome con espadas y espinas
abrió en mi
corazón un camino quemante. (1995: 117).
Texto dramático
El texto
dramático se crea para ser representado; por lo tanto, aquí la importancia
reside en los personajes; dado que no existe un narrador, ellos se encargan de
presentar los hechos contenidos en la historia representada.
La estructura de
las obras dramáticas es variable, si bien suelen dividirse en actos y éstos, a
su vez, en escenas. Se distinguen básicamente dos elementos en el texto
dramático: las intervenciones de los personajes y las acotaciones; las primeras
pueden darse en forma de diálogo (cuando dos o más personajes se comunican) o
de monólogo (cuando uno solo es el que habla); las acotaciones, por su parte,
incluyen todo tipo de información útil para la representación, como nombres de
personajes, escenarios, actitudes, etcétera, suelen distinguirse por cambios de
tipografía.
Actividades
1. Del siguiente fragmento de texto dramático,
subraya la participación de los personajes y tacha las acotaciones:
Jojo. Historia de un saltimbanqui
(fragmento)
Michael
Ende
Pippo |
Empieza
a oscurecer. |
Lola |
Y
a hacer frío. (Pippo la rodea con un
brazo para darle calor.) |
Wilma |
(Se acerca a los otros para calentarse.) Más
vale que nos olvidemos de él. |
Yussuf |
Sí,
seguro que ya no viene. |
Bux |
No
me lo esperaba. Esta vez no. |
Muñeco |
Pues
yo sí. Es una de las suyas. |
Bux |
Tú
te callas, Ottokar. |
Eli |
Jojo
viene. Eli está segura. Jojo es bueno. |
Wilma |
Con
que Jojo es bueno, ¿eh? ¿Cuántas veces habremos tenido que hacer la función
sin él porque desaparecía de repente? Ese pobre diablo siempre encuentra una
tabernucha con entrada, pero sin salida, o al menos eso dice. |
Muñeco |
Hoy
es imposible que pase eso. |
Wilma |
¿Por
qué? |
Muñeco |
Porque
hoy no hay función. Je, je, je. |
Bux |
Déjate
de bromas, Ottokar. No estamos para tonterías. |
Pippo |
Tal
vez no haya conseguido nada con ésos. Estará
avergonzado y no nos lo querrá decir. |
Lola |
(Irónica.) Sí,
a veces es muy sensible. |
Yussuf |
Pero
que tarde tanto en volver también puede significar que todavía no lo ha dado
todo por perdido. Quizá tiene alguna esperanza. |
Pippo |
Yo
te apuesto lo que quieras a que nos ha dejado en la estacada. |
Muñeco |
¡Bux!
¿Has oído lo que dice? (Suelta una risotada.) |
Bux |
¡Cierra
el pico de una vez o te vas a la maleta! (1998: 11-12). |
Lo que has
aprendido
Contesta a las
siguientes preguntas:
1. ¿A partir de qué perspectivas puede ser
estudiada la literatura?
2. Menciona los géneros literarios.
3. ¿Cuál es la diferencia básica entre el género
lírico y el narrativo?
4. ¿En qué se basa la principal distinción entre
un texto narrativo y uno dramático, si ambos implican una historia?
5. Explica qué es la metáfora; anota un ejemplo.
6. Explica por lo menos tres figuras retóricas
además de la metáfora y proporciona ejemplos de cada una de ellas.
7. Elabora un mapa mental en el que expreses las
diferentes tipologías del narrador.
[1] Por ejemplo, Franz Kafka escribió a su
padre varias cartas que nunca pensó enviar (era sólo un medio para expresar sus
pensamientos y emociones) y que, incluso, pidió a un amigo que las destruyera
al morir el escritor. Afortunadamente, ese amigo no cumplió con la petición de
Kafka y hoy contamos con esas epístolas reunidas en Carta al padre.
[2]
Cfr. María Moliner. Diccionario de uso del español, tomo I,
2ª ed., Madrid, Gredos, 2002, p.1301.
[3]
Consulta este diccionario en
la biblioteca de la Facultad y señala la página en donde aparecen los conceptos
que debes investigar.