viernes, 19 de julio de 2024

 

ANÁLISIS Y GUÍA DE ESTUDIO

LITERATURA ANTIGUA Y MEDIEVAL

LUIS QUINTANA TEJERA

INTRODUCCIÓN

. Explicación necesaria

Es preciso descubrir en la lectura la herramienta principal que todo estudiante manejará, pero esta lectura no puede ni debe poseer un carácter superficial; por el contrario, a través de ella el alumno leerá razonando, entendiendo, para llegar a conclusiones básicas que le permitan encarar todo tipo de estudio con una clara conciencia de que las dificultades existen para ser superadas y que de ninguna manera se dejará vencer por éstas.

         Por lo anterior, en el presente volumen de Literatura llevamos a cabo un recorrido analítico por las diferentes manifestaciones literarias desde sus orígenes en el mundo Antiguo, hasta la edad media inclusive. El período abarcado resulta excesivamente extenso y por ello hemos optado por una línea selectiva en cuanto al enfoque corresponde, que nos obligó a escoger unos autores en desmedro de otros. No obstante, analizamos más de 25 escritores y sus obras representativas.

         Con este objetivo, la bibliografía consultada y utilizada  —selectiva también— incluye muchos volúmenes integrados por libros de creadores, de historia literaria, de teoría y metodología de la disciplina estudiada y de crítica.

         Aunque organizamos el trabajo teniendo en cuenta un recorrido informativo por esta primera parte de la historia de la literatura universal y por sus autores, no perdemos de vista que se trata de una historia crítica y razonada en donde la información histórica y social aparece supeditada a la lectura y consiguiente análisis literario.

         Sobresale además una propuesta didáctica específica de un texto destinado preferentemente —aunque no exclusivamente— a estudiantes de Enseñanza Media Superior y Superior. Por lo tanto, toda persona interesada en el análisis de la literatura encontrará aquí los señalamientos eficaces que podrán ser ampliados mediante la consulta de los materiales complementarios que se recomiendan y señalan.

         En el orden didáctico, el volumen ofrece de manera gradual una guía adecuada para que el maestro pueda medir el nivel de conocimiento que el educando adquiera paulatinamente. Acorde con esto, cada tema se inicia con una serie de preguntas o propuestas que llevan por título: RECUERDA LO QUE SABES, y que tiene como objetivo aplicar la prueba diagnóstica inicial, muy importante para que el educador tome contacto con el “estado de la cuestión”, es decir, ¿qué saben sus alumnos del tema?

         Siguen luego los “comentarios” y las “actividades”; en los primeros se incorporan importantes intervenciones en torno a los asuntos enfocados; y, en las segundas, aparecen los ejercicios propiamente dichos que permitirán llevar a cabo una evaluación continua del educando. Estas actividades poseen un carácter dinámico y actual; incluyen vocabularios razonados, análisis literarios, ejercicios de métrica y poesía —cuando corresponda—, lecturas complementarias, investigación bibliográfica, búsqueda en Internet, y, sobre todo, propuestas de temas para desarrollar que de una manera u otra están conectadas con el texto literario trabajado en ese momento.

         Al concluir cada subtema anexamos otro ejercicio de evaluación que denominamos: LO QUE HAS APRENDIDO, en el cual resumimos los aspectos básicos ya trabajados y cerramos parcialmente el ciclo de aprendizaje de ese subtema.

         Por otro lado, el libro no posee un carácter unilateral, sino que apoyado en relevante metodología crítica y en una didáctica moderna de la literatura se proyecta hacia diferentes campos que tienen por eje —obviamente— la comprensión literaria.

De forma paralela, tanto el educando como el educador hallarán un texto que no se agota en el transcurso de un semestre, aun cuando sí abarca todos los contenidos que el mencionado período exige. Con ello nos referimos a que el material propuesto debe ser dosificado por el Maestro o por cualquier otro lector con interés literario, quienes se verán obligados a elegir la línea de desarrollo temático que más les interese, así como también los ejercicios de evaluación continua que consideren más adecuados al planteamiento preferido. Por ejemplo, en las lecturas complementarias se abre un amplio abanico de posibilidades lectoras que no podrán abarcarse ni siquiera en un año de trabajo; aquí será imprescindible seleccionar aquellos libros que llamen la atención del usuario y que especialmente se adapten al enfoque escogido. De esta forma —en lo que al estudiante refiere— éste tendrá en sus manos un material que podrá continuar usando aun después de concluido el curso de Literatura Antigua y edad media.

         Por esto, el libro proporciona no únicamente un vasto panorama de la literatura universal, sino que también abre caminos para que el lector escoja y profundice en ellos, acorde con sus propias expectativas o, según sea el caso, con las necesidades programáticas que el educador debe atender ineludiblemente.

         Es preciso aclarar también que hay obras y escritores en cada época que no sólo han dejado una huella imborrable, sino que además se constituyen como ejes inevitables —una suerte de columna vertebral del conocimiento— que resultan imprescindibles para lograr la simple aprehensión del hecho literario. Nos referimos, por ejemplo, a los homéridas en la Grecia Antigua,  a los juglares y trovadores en el medievo, Dante en el Humanismo italiano y Boccaccio en el mismo período. Sólo por destacar algunos de estos creadores.

         Por supuesto, los autores y corrientes mencionados antes son analizados con la profundidad requerida, pero sin descuidar otros planteamientos que en resumidas cuentas vienen a definir las diversas posibilidades de enfoque que el libro propone.

         Únicamente esperamos que este volumen sea una herramienta útil para el educador, para el estudiante, y también para el inquieto lector que desea integrar su propio panorama y llegar así al goce que la literatura proporciona mediante la lectura, su análisis y comprensión.

. Recuerda lo que sabes

Esta serie de preguntas que aparecen a continuación las deberás contestar de acuerdo con tu criterio y con los conocimientos que ya has adquirido a lo largo de tus estudios.

1. ¿Cómo reconoces una obra literaria?

2. ¿Cualquier texto que encuentres en una biblioteca es una obra literaria?

3. Si lees, por ejemplo, una crónica policial en el periódico, ¿es una obra de creación literaria?

4. ¿Recuerdas alguna clasificación de las obras literarias por su forma?

¿Qué es literatura?

Lee atentamente los siguientes textos:

Texto 1.

Los más corpulentos de todos los animales terrestres son los elefantes, pertenecientes al orden proboscídeos, así llamados por su nariz prolongada en una larga trompa o probóscide muscular, flexible y prensil, en cuyo extremo se abren los orificios nasales. Sus extremidades poseen cinco dedos, sostenidos por una especie de almohadilla elástica común; las pezuñas son anchas y planas. La piel está casi desnuda y desprovista de glándulas sebáceas, razón por la cual el baño periódico constituye una necesidad a la vez que un placer.

El nombre de colmillos que suele darse a las defensas de los elefantes no es muy apropiado, porque carecen de caninos; son en realidad incisivos, de los cuales tienen sólo un par en la mandíbula superior. Las enormes defensas carecen de raíz, crecen continuamente y están compuestas de dentina, o marfil, ya que el esmalte, que sólo existe en la punta, se desgasta con rapidez y desaparece. (2004: 240).

Texto 2.

Elefante. […] Mamífero del orden de los Proboscidios, el mayor de los animales terrestres que viven ahora, pues llega a tres metros de alto y cinco de largo. Tiene el cuerpo de color ceniciento oscuro, la cabeza pequeña, los ojos chicos, las orejas grandes y colgantes, la nariz y el labio superior unidos y muy prolongados en forma de trompa, que extiende y recoge a su arbitrio y le sirve de mano. Carece de caninos y tiene dos dientes incisivos, vulgarmente llamados colmillos, macizos y muy grandes. (2001: 871).

Texto 3.

El elefante (fragmento) (2002: 30).

Viene desde el fondo de las edades y es el último modelo terrestre de maquinaria pesada, envuelto en su funda de lona. Parece colosal, porque está construido con puras células vivientes y dotado de inteligencia y memoria. Dentro de la acumulación material de su cuerpo, los cinco sentidos funcionan como aparatos de precisión y nada se les escapa. Aunque de pura vejez hereditaria son ahora calvos de nacimiento, la congelación siberiana nos ha devuelto algunos ejemplares lanudos. ¿Cuántos años hace que los elefantes perdieron el pelo? En vez de calcular, vámonos todos al circo y juguemos a ser los nietos del elefante, ese abuelo pueril que ahora se bambolea al compás de una polka…

No. Mejor hablemos del marfil. Esa noble sustancia, dura y uniforme, que los paquidermos empujan secretamente con todo el peso de su cuerpo, como una material expresión de pensamiento. El marfil, que sale de la cabeza y que desarrolla en el vacío dos curvas y despejadas estalactitas. En ellas, la paciente fantasía de los chinos ha labrado todos los sueños formales del elefante.

Comentario

Como te habrás dado cuenta, cada uno de estos textos hace referencia al elefante, sin embargo, la manera en que se habla de él es diferente en cada caso. En el 1, se proporciona una descripción de este animal a partir de características anatómicas; en el texto 2, de manera similar, se define al elefante en función de su físico; ambos pasajes (1 y 2) resultan similares; sin embargo, existen importantes diferencias entre ellos y el tercero. Este último alude a diversas características del elefante, pero emplea un estilo que difiere en mucho a los anteriores: por ejemplo, para indicar la antigüedad de la especie dice “viene desde el fondo de las edades.” El texto 3 es literario, los otros dos no lo son.

Actividades

1. Lee nuevamente los textos anteriores; detecta con qué palabras presenta cada uno de ellos ciertas características del elefante y transcríbelas en el siguiente cuadro:

Característica

Texto 1

Texto 2

Texto 3

Tamaño

 

 

 

Piel

 

 

 

Colmillos

 

 

 

Marfil

 

 

 

 

Con el ejercicio previo te has percatado de que la utilización del lenguaje en un texto literario es diferente a otros, como los escritos técnicos; el contenido de los textos anteriores es el mismo (descripción de un elefante), pero la forma en que se manifiesta cambia. En literatura, entonces, la diferencia del texto radica en la forma.

Has conocido ya qué es y qué no es literatura a través de la forma del lenguaje; ahora, se trata de definirla.

Quizá en alguna ocasión habrás escuchado este término aplicado al conjunto de textos propios de una disciplina o una ciencia (por ejemplo, “literatura jurídica”); algunas personas suelen considerar literatura todo material impreso de cierto número de hojas, de tal forma que aquí engloban cualquier libro, independientemente de su temática, la forma de utilización del lenguaje o, lo que es más, su calidad. En ninguno de los casos anteriores se trata de literatura.

La literatura se concibe como una de las bellas artes, junto con la danza, la música, la escultura, la pintura, la arquitectura y, recientemente incluido, el cine. Su materia prima es el lenguaje, a través del cual encuentran expresión las ideas del artista, manifiestas en la obra literaria.

Si bien el autor de un texto de esta naturaleza no siempre tiene en mente un lector[1] (es decir, un receptor de su creación), la obra literaria no se realiza plenamente si no existe alguien que la lea, alguien que reciba el efecto estético que transmite.

Definir literatura no es un trabajo fácil, y ha sido tarea de numerosos pensadores y estudiosos desde los tiempos de Aristóteles; por supuesto, aquí no te brindaremos una definición contundente, sólo dejamos establecida una aproximación que tú, según tu experiencia y los conocimientos que vayas adquiriendo, podrás complementar y enriquecer.

Literatura, por lo tanto, es el arte de la expresión mediante la utilización del lenguaje, con el objetivo de provocar un efecto estético en el lector.

La literatura surge como producto de una necesidad humana por expresar sus emociones, sus ideas, su forma de ver el mundo; por ello, se trata de un arte ligado intrínsecamente con el hombre.

Actividades

LO QUE HAS APRENDIDO

En seguida se presentan algunas oraciones que implican lectura; señala con una L si consideras que alude a un hecho literario, de lo contrario anota NL.

a. Fui a la biblioteca a consultar una enciclopedia.                 (  )

b. Debo leer Gringo viejo, de Carlos Fuentes.                           (  )

c. “Beso: Acción y efecto de besar”                                            ( )

d. Mi maestro comentó que era necesario estudiar toda la literatura referente a este problema químico.                                                                 (  )

e. Leí Las mil y una noches el mes pasado.                               (  )

f.  “¿Qué es, señora, un beso? Un juramento hecho de cerca; un subrayado de color de rosa que al verbo amar añaden…”       (  )

g. “Hijo: tuve que salir. Dejé tu comida en la mesa. Cuídate. Mamá.”     (  )

Ahora, deberás registrar tu propio concepto de literatura; por supuesto, debes basarte en lo comentado con antelación.

Formas de clasificación de la literatura

A lo largo de la historia, en distintos pueblos y en diferentes momentos se ha estudiado la obra literaria, también a partir de diversas perspectivas. Se habla, entonces, de “literatura medieval” o “literatura romántica” para hacer referencia a un conjunto de obras de una época determinada, o de “literatura inglesa” para aludir a los textos literarios producidos en una nación, independientemente de la época. Estas categorizaciones de la literatura tienen un enfoque historicista.

Existe otra forma de clasificar obras literarias: a través de su estructura, de tal modo que se crean los géneros literarios. Aun en este ámbito no existe universalidad sobre el establecimiento de géneros y sus características. Para este curso, no profundizaremos demasiado, así que únicamente referiremos la existencia de cuatro géneros básicos: narrativo, lírico y dramático. (Cfr. 1993). El siguiente cuadro explica brevemente en qué consiste cada uno de ellos:

Género

Características

Ejemplos

Narrativo

Comprende una historia contada por alguien, por lo tanto, implica la existencia de un narrador; se distinguen, básicamente, el cuento (narración corta) y la novela (narración extensa).

La Serenísima Reina de Irlanda había muerto de parto, y el infante fue entregado a una nodriza de casa de una mujer que vivía en una cabaña junto a la orilla del bosque. Una noche esta mujer estaba sentada meciendo la cuna y ensimismada en la contemplación de la belleza del niño… (W. B. Yeats, La rosa secreta)

Lírico

No contiene una historia, se presenta de forma breve, generalmente en verso, con ritmo, profundiza sobre un solo tema y la importancia de la forma es mayor que en los otros dos géneros (de ahí la trascendencia de las figuras retóricas que suele contener).

 

Érase un hombre a una nariz pegado;

éase una nariz superlativa;

érase una nariz sayón y escriba;

érase un pez espada muy barbado.

 

Era un reloj de sol mal encarado;

érase una alquitara pensativa;

érase un elefante boca arriba;

era Ovidio Nasón más naridado.

 

(Francisco de Quevedo, A una nariz, fragmento)

 

Dramático

Involucra una historia y su representación, por lo tanto, no existe un narrador; es un texto hecho para ser representado, y ello se refleja en su estructura con el dominio del diálogo.

Ulises. ¿Qué estás haciendo, Atena? No, no le llames, que no salga.

Atena. Silencio, ¿o es que no sabes contenerte y vas a acarrear con una fama de cobardía?

Ulises. No, por los dioses, pero que quede dentro: ya hay bastante.

Atena. ¿Por qué? Pero, ¿qué temes? Él, antes, ¿no era un hombre?

(Sófocles, Áyax)

 

Cada uno de estos géneros posee características propias; no siempre son identificables a primera vista, puesto que determinadas obras literarias contienen rasgos que pertenecen a uno y otro. Al mismo tiempo, cada uno cuenta con recursos propios de análisis; a continuación,        Que presentan sólo algunos de ellos.

Texto narrativo

El texto narrativo implica una historia que se cuenta; ese relato es realizado por una entidad distinta al autor: por el narrador. Otros elementos importantes son los personajes, el tiempo y el espacio.

El narrador

El narrador ha sido objeto de diferentes estudios que han arrojado tipologías que dependen de la persona que narra, su participación en lo narrado y cómo refiere la enunciación de los personajes.

Si se considera que el narrador es un mediador que expresa los hechos relatados, se tienen que establecer tres relaciones diferentes con los personajes, según su conocimiento de la historia:

a) Narrador omnisciente: sabe más que los personajes, incluso percibe lo que éstos piensan y sienten, posee el conocimiento de lo que ha pasado antes de lo narrado y lo que pasará después.

b) Narrador equisciente: sabe lo mismo que los personajes, sea o no uno de ellos, por lo tanto, no tiene posibilidad de conocer qué piensan otros ni puede predecir lo que ocurrirá o expresar lo que desconoce.

c) Narrador deficiente: sabe menos que los personajes, así que va enterándose de los hechos cuando van ocurriendo, desconoce la conciencia de cualquier personaje.

En lo que se refiere a la participación del narrador, debe considerarse que existen dos maneras en que se presenta la historia: si es una sola o si engloba otra (u otras) dentro de ella. Cuando el narrador pertenece a una historia sin dependientes, es decir, cuando no incluye otras, puede ser:

a) Heterodiegético: no participa en la historia. Ejemplo: La Ilíada de Homero en donde el narrador no forma parte de la historia que narra.

b) Homodiegético: interviene en lo relatado; por lo tanto, es un personaje. Ejemplo: En numerosos cuentos de Jorge Luis Borges se observa la presencia del narrador que adopta la condición y características de un personaje.

c) Autodiegético: no sólo interviene en la diégesis, sino que lo contado es su propia historia, en consecuencia, es el protagonista de lo que narra. Ejemplo: Lazarillo de Tormes de autor anónimo en donde el personaje cuenta en primera persona su vida.

En los casos en que se trata de una historia que incluye otras o que se circunscribe dentro de alguna, el narrador puede ser:

a) Extradiegético: corresponde al relato principal, es decir, al que enmarca otras diéresis.

b) Intradiegético: pertenece a una historia incluida en otra.

En la novela Abel Sánchez del escritor español Miguel de Unamuno, el narrador extradiegético abre —con el subtítulo tanto como con el fragmento al “Prólogo a la segunda edición”— y cierra —“¡Queda escrito! — la novela; la subtitula, cede paso después al escritor  —en el prólogo—, y constantemente intercala su relato con el de Joaquín Monegro —personaje de la novela—, este último de nivel intradiegético.

Estilo directo e indirecto

En lo que respecta a la manera en que el narrador manifiesta el discurso de los personajes, existen el estilo directo, el indirecto y el indirecto libre.

El estilo directo implica que el narrador reproduzca las palabras de los personajes como fueron emitidas; para ello recurre a la utilización de marcas como las comillas o el guion largo:

Llamamos. José apareció. Mientras terminábamos con él, la escocesa murmuró tranquilamente junto a Antonia:

·         ¿No tienes nada que decir a José, pequeña?

—Ciertamente —respondió la bonita y pálida criatura—. Me has adivinado. (2003: 100-101).

El narrador utiliza el estilo indirecto cuando da a conocer que el personaje se ha expresado, pero sin reproducir exactamente sus palabras: “untó otro pensamiento sobre éste, como mantequilla sobre pan tostado: ¿se había mirado Harriet Winslow en los espejos al entrar aquí?” (1993: 45).

Finalmente, el estilo indirecto libre significa que el narrador deje asentado que el personaje realizó un acto de habla, aunque no expresa lo dicho: “Había contado alguno de aquellos cuentos a un amigo cuando venía a visitar la granja.” (2003: 43).

Los personajes

El narrador relata acciones que, evidentemente, son realizadas por alguien: los personajes. La clasificación de éstos depende de tres factores: su importancia para la historia, su postura en ella y su composición.

En cuanto a la importancia del personaje para la historia, éste puede ser principal, secundario u ocasional. El principal es aquél en torno al cual giran los hechos narrados; su presencia resulta imprescindible. El personaje secundario posee importancia sólo en función del principal, puede aparecer o desaparecer en cualquier momento de la narración. Finalmente, el personaje ocasional (llamado también incidental) surge de manera esporádica en la narración, generalmente para cumplir una función específica dentro de la historia, y luego desaparece.

En lo que se refiere a la postura adoptada por el personaje, éste puede ser protagonista o antagonista; el primero realiza las principales acciones narradas, mientras que el segundo es el encargado de obstaculizarlo.

En cuando a su composición, los personajes se dividen en individuales y en colectivos; el primer caso es el más común en los textos narrativos, se refiere a un solo individuo; el segundo, en cambio, aglutina dos o más entidades que se comportan como una sola (por ejemplo, el pueblo en alguna novela histórica).

Los personajes no solamente son humanos, sino que pueden ser animales (como en algunas fábulas) e, incluso, entidades inanimadas.

Otro aspecto importante de los personajes es su descripción; ésta permite que el lector sepa cómo son los personajes tanto externa como internamente; cuando se realiza una descripción externa, el narrador proporciona un retrato físico (edad, estatura, género, color de piel y ojos, etcétera), mientras que si refiere una descripción interna, ha elaborado un retrato psicológico (temperamento, humor, personalidad).

Espacio

En el texto narrativo, los personajes requieren de un espacio que los contenga; así, lo espacial es transmitido por el narrador a través de descripciones que explican cómo es el lugar en que se realizan las acciones; de manera general, se tiene que el espacio se divide en dos tipos: abierto o cerrado. El espacio abierto se presenta cuando el lugar se encuentra en los exteriores, como las calles, la campiña, una plaza, el mar, etcétera. En oposición, el espacio cerrado se establece en los interiores: dormitorios, casas, escuelas, oficinas, entre otros.

Tiempo

Finalmente, se halla el tiempo; por supuesto, las acciones relatadas se desarrollan en una dimensión temporal, y no siempre son contadas conforme ocurren, es decir, el orden. Existen básicamente dos alteraciones de orden: las retrospecciones (analepsis) y las prospecciones (prolepsis); las analepsis significan un salto hacia atrás en el tiempo, generalmente útil para explicar hechos previos a lo que se narra; por su parte, las prolepsis predicen algo que va a ocurrir en el relato.

Con los elementos proporcionados, es posible realizar un breve análisis de la estructura de un texto narrativo, sin importar que se trate de una novela o un cuento.

Actividades

1. Lee el texto que se ofrece a continuación. Se trata de un cuento. En seguida completa el cuadro presentado.

El almohadón de plumas

Horacio Quiroga.

Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Ella lo quería mucho, sin embargo, a veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer.

Durante tres meses —se habían casado en abril— vivieron una dicha especial.

Sin duda ella hubiera deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva e incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía siempre.

La casa en que vivían influía no poco en sus estremecimientos. La blancura del patio silencioso —frisos, columnas y estatuas de mármol— producía una otoñal impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia.

En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No obstante, había concluido por echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil, sin querer pensar en nada hasta que llegaba su marido.

No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que se arrastró insidiosamente días y días; Alicia no se reponía nunca. Al fin una tarde pudo salir al jardín apoyada en el brazo de su marido. Miraba indiferente a uno y otro lado. De pronto Jordán, con honda ternura, le pasó muy lento la mano por la cabeza, y Alicia rompió en seguida en sollozos, echándole los brazos al cuello. Lloró largamente todo su espanto callado, redoblando el llanto a la menor tentativa de caricia. Luego los sollozos fueron retardándose, y aún quedó largo rato escondida en su cuello, sin moverse ni pronunciar una palabra.

Fue ése el último día en que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente amaneció desvanecida. El médico de Jordán la examinó con suma atención, ordenándole cama y descanso absolutos.

·         No sé —le dijo a Jordán en la puerta de calle con la voz todavía baja—. Tiene una gran debilidad que no me explico. Y sin vómitos, nada… Si mañana se despierta como hoy, llámeme en seguida.

Al otro día Alicia seguía peor. Hubo consulta. Se constató una anemia de marcha agudísima, completamente inexplicable. Alicia no tuvo más desmayos, pero se iba visiblemente a la muerte. Todo el día el dormitorio estaba con las luces prendidas y en pleno silencio. Pasábanse horas sin que se oyera el menor ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía en la sala, también con toda la luz encendida. Se paseaba sin cesar de un extremo a otro, con incansable obstinación. La alfombra ahogaba sus pasos. A ratos entraba en el dormitorio y proseguía su mudo vaivén a lo largo de la cama, deteniéndose un instante en cada extremo a mirar a su mujer.

Pronto Alicia comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al principio, y que descendieron luego a ras del suelo. La joven, con los ojos desmesuradamente abiertos, no hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la cama. Una noche quedó de repente mirando fijamente. Al rato abrió la boca para gritar, y sus narices y labios se perlaron de sudor.

·         ¡Jordán! ¡Jordán! —clamó, rígida de espanto, sin dejar de mirar la alfombra.

Jordán corrió al dormitorio, y al verlo aparecer Alicia lanzó un alarido de horror.

·         ¡Soy yo, Alicia, soy yo!

Alicia lo miró con extravío, miró la alfombra, volvió a mirarlo, y después de largo rato de estupefacta confrontación, se serenó.

Sonrió y tomó entre las suyas la mano de su marido, acariciándola por media hora, temblando.

Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide apoyado en la alfombra sobre los dedos, que tenía fijos en ella sus ojos.

Los médicos volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida que se acababa, desangrándose día a día, hora a hora, sin saber absolutamente cómo. En la última consulta Alicia yacía en estupor, mientras ellos pulsaban, pasándose de uno a otro la muñeca inerte. La observaron largo rato en silencio, y siguieron al comedor.

·         Pst… —se encogió de hombros desalentado su médico—. Es un caso serio… Poco hay que hacer.

·         ¡Sólo eso me faltaba! —resopló Jordán. Y tamborileó bruscamente sobre la mesa.

Alicia fue extinguiéndose en subdelirio de anemia, agravado de tarde, pero remitía siempre en las primeras horas. Durante el día no avanzaba su enfermedad, pero cada mañana amanecía lívida, en síncope casi. Parecía que únicamente de noche se le fuera la vida en nuevas oleadas de sangre. Tenía siempre al despertar la sensación de estar desplomada en la cama con un millón de kilos encima. Desde el tercer día este hundimiento no la abandonó jamás. Apenas podía mover la cabeza. No quiso que le tocaran la cama, ni aun que le arreglaran el almohadón. Sus terrores crepusculares avanzaban ahora en forma de monstruos que se arrastraban hasta la cama, y trepaban dificultosamente por la colcha.

Perdió luego el conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a media voz. Las luces continuaban fúnebremente encendidas en el dormitorio y la sala. En el silencio agónico de la casa, no se oía más que el delirio monótono que salía de la cama, y el sordo retumbo de los eternos pasos de Jordán.

Alicia murió, por fin. La sirvienta, cuando entró después a deshacer la cama, sola ya, miró un rato extrañada el almohadón.

·         ¡Señor! —llamó a Jordán en voz baja—. En el almohadón hay manchas que parecen de sangre.

Jordán se acercó rápidamente y se dobló sobre aquél. Efectivamente, sobre la funda, a ambos lados del hueco que había dejado la cabeza de Alicia, se veían manchitas oscuras.

·         Parecen picaduras —murmuró la sirvienta después de un rato de inmóvil observación.

·         Levántelo a la luz —le dijo Jordán.

La sirvienta lo levantó, pero en seguida lo dejó caer y se quedó mirando a aquél, lívida y temblando. Sin saber por qué, Jordán sintió que los cabellos se le erizaban.

·         ¿Qué hay? —murmuró con voz ronca.

·         Pesa mucho —articuló la sirvienta, sin dejar de temblar.

Jordán lo levantó; pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa del comedor Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron, y la sirvienta dio un grito de horror con toda la boca abierta, llevándose las manos crispadas a los bandós. Sobre el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca.

Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca —su trompa, mejor dicho— a las sienes de aquélla chupándole la sangre. La picadura era casi imperceptible. La remoción diaria del almohadón sin duda había impedido al principio su desarrollo; pero desde que la joven no pudo moverse la succión fue vertiginosa. En cinco días, en cinco noches, había vaciado a Alicia.

Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma. (1995: 62-65).

Narrador

Según su conocimiento de la historia

 

Según su participación

 

Estilos presentes

(un ejemplo para cada uno)

 

Personajes

Nombre

Tipos

Retrato físico

Retrato psicológico

1.

 

 

 

2.

 

 

 

3.

 

 

 

4.

 

 

 

5.

 

 

 

Espacio

Cerrado

 

Abierto

 

Tiempo

Analepsis

 

Prolepsis

 

Texto lírico

El texto lírico generalmente se expresa en verso; cada uno de éstos está conformado por sílabas; a su vez, los versos se agrupan en estrofas. Cuando se trata de un poema con estructura clásica, las estrofas son fácilmente identificables, pero en poemas contemporáneos en ocasiones ni siquiera está presente el verso. El seccionamiento de éste en sílabas suele obedecer al ritmo que ofrece.

La característica relevante del texto lírico consiste en la utilización del lenguaje figurado, es decir, aquel que emplea formas que lo alejan del modo directo y cotidiano de expresión; para ello, suele recurrirse a las figuras literarias; básicamente, éstas se agrupan en figuras de pensamiento, figuras de lenguaje y tropos; referimos aquí solamente algunas.[2] (2002: 1301).

1. Figuras de pensamiento.

a) Antítesis: Implica contraste entre términos o expresiones.

Ve, suspiro caliente, al pecho frío

de aquella viva piedra por quien muero.

(Luis Barahona de Soto, “Ve, suspiro caliente”)

b) Apóstrofe: vocativo o invocación dirigido a alguien.

·         Antonio Torres Heredia,

Camborio de dura crin,

moreno de verde luna,

voz de clavel varonil:

¿Quién te ha quitado la vida

cerca del Guadalquivir?

(García Lorca, “Muerte de Antoñito el Camborio”)

c) Eufemismo: Expresión que sustituye a una que no desea decirse; en ocasiones ello obedece a que resulta violenta, desagradable o prohibida.

Allí me mostrarías

aquello que mi alma pretendía,

y luego me darías

allí tú, vida mía,

aquello que me diste el otro día.

(San Juan de la Cruz, Cántico espiritual)

Otros ejemplos: “Voló al cielo”, “dejó de existir” en lugar de “murió”.

d) Hipérbole: Implica una exageración; expresa una idea que traspasa lo verosímil.

Sobre el corazón la mano

me he puesto, porque no suene

su latido, y de la noche

turbe la calma solemne.

(Bécquer, Rima xxvii)

e) Oxímoron: Unión de dos palabras de significado opuesto para crear uno nuevo.

Dulce soñar y dulce congojarme,

Cuando estaba soñando que soñaba…

(Juan Boscán)

Jeremiah de Saint Amour era un santo ateo. (García Márquez).

Otros ejemplos: la dulce amargura del amor, la paz armada, el canto silencioso de la tarde.

f) Personificación: Atribución de cualidades humanas a cosas inanimadas o abstractas.

Frunce su rumor el mar.

Los olivos palidecen.

Cantan las flautas de umbría…

(García Lorca, “Preciosa y el aire”)

g) Prosopopeya: Similar a la personificación, consiste en atribuir discurso a entidades no humanas.

cruzó la ancha nave,

las puertas gimieron…

(Bécquer, Rima lxxiii)

2. Figuras de lenguaje.

a) Aliteración: Repetición de un sonido a fin de intensificar la idea expresada.

Y al cuello el lazo atado

con que desenlazó de la cadena

el corazón cuitado…

(Garcilaso de la Vega, “A la flor de Gnido”)

b) Anáfora: Repetición de una o varias palabras al inicio de una oración, verso o periodo sintáctico para destacar cierta idea.

¿Cómo eres rey sin estado?

¿Cómo Dios y estás desnudo?

¿Cómo elocuente, si mudo?

¿Cómo cobarde, si osado?

(Tirso de Molina, “Chispas”)

c) Onomatopeya: Imitación del sonido de algo con el vocablo creado para aludirlo.

Cantan las flautas de umbría

y el liso gong de la nieve.

(García Lorca, “Preciosa y el aire”)

3. Tropos.

a) Alegoría: Representación de elementos abstractos mediante objetos concretos.

Me sentí de un ardiente

deseo llena el alma:

¡como atrae un abismo, aquel misterio

hacia sí me arrastraba!

(Bécquer, Rima lxxiv)

b) Comparación: Relación entre elementos a través de nexos.

En mi cielo al crepúsculo eres como una nube

y tu color y forma son como yo los quiero.

(Neruda, Poema 16 de Veinte poemas de amor y una canción desesperada)

c) Metáfora: Comparación carente de nexos; traslado de sentidos.

El rubí de tu boca me rindiera (Francisco Medrano, “El rubí de tu boca”)

d) Sinestesia: Vinculación de uno o más registros sensoriales con un sentido que no les corresponde.

Cobre amarillo su carne,

huele a caballo y a sombra.

(García Lorca, “Romance de la pena negra”)

Actividades

1. Investiga en el Diccionario de la Real Academia Española[3] los conceptos de “eufemismo, hipérbole y oxímoron” y escribe tres ejemplos de cada uno de ellos.

2. Busca en el mismo diccionario anterior los términos “aliteración y anáfora”.

3. Investiga la significación de los vocablos “metáfora y sinestesia”. Redacta dos ejemplos con cada una de estas figuras literarias.

4. Lee el siguiente poema; localiza todas las figuras literarias

que te sea posible, señalando cada una.

Áspero amor, violeta coronada de espinas,

matorral entre tantas pasiones erizado,

lanza de dolores, corola de la cólera,

por qué caminos y cómo te dirigiste a mi alma?

Por qué precipitaste tu fuego doloroso,

de pronto, entre las hojas frías de mi camino?

¿Quién te enseñó los pasos que hasta mí te llevaron?

Qué flor, qué piedra, qué humo mostraron mi morada.

Lo cierto es que tembló la noche pavorosa,

el alba llenó todas las copas con su vino

y el sol estableció su presencia celeste,

mientras que el cruel me cercaba sin tregua

hasta que lacerándome con espadas y espinas

abrió en mi corazón un camino quemante. (1995: 117).

Texto dramático

El texto dramático se crea para ser representado; por lo tanto, aquí la importancia reside en los personajes; dado que no existe un narrador, ellos se encargan de presentar los hechos contenidos en la historia representada.

La estructura de las obras dramáticas es variable, si bien suelen dividirse en actos y éstos, a su vez, en escenas. Se distinguen básicamente dos elementos en el texto dramático: las intervenciones de los personajes y las acotaciones; las primeras pueden darse en forma de diálogo (cuando dos o más personajes se comunican) o de monólogo (cuando uno solo es el que habla); las acotaciones, por su parte, incluyen todo tipo de información útil para la representación, como nombres de personajes, escenarios, actitudes, etcétera, suelen distinguirse por cambios de tipografía.

 

Actividades

1. Del siguiente fragmento de texto dramático, subraya la participación de los personajes y tacha las acotaciones:

Jojo. Historia de un saltimbanqui

(fragmento)

Michael Ende

Pippo

Empieza a oscurecer.

Lola

Y a hacer frío. (Pippo la rodea con un brazo para darle calor.)

Wilma

(Se acerca a los otros para calentarse.)

Más vale que nos olvidemos de él.

Yussuf

Sí, seguro que ya no viene.

Bux

No me lo esperaba. Esta vez no.

Muñeco

Pues yo sí. Es una de las suyas.

Bux

Tú te callas, Ottokar.

Eli

Jojo viene. Eli está segura. Jojo es bueno.

Wilma

Con que Jojo es bueno, ¿eh? ¿Cuántas veces habremos tenido que hacer la función sin él porque desaparecía de repente? Ese pobre diablo siempre encuentra una tabernucha con entrada, pero sin salida, o al menos eso dice.

Muñeco

Hoy es imposible que pase eso.

Wilma

¿Por qué?

Muñeco

Porque hoy no hay función. Je, je, je.

Bux

Déjate de bromas, Ottokar. No estamos para tonterías.

Pippo

Tal vez no haya conseguido nada con ésos.

Estará avergonzado y no nos lo querrá decir.

Lola

(Irónica.)

Sí, a veces es muy sensible.

Yussuf

Pero que tarde tanto en volver también puede significar que todavía no lo ha dado todo por perdido. Quizá tiene alguna esperanza.

Pippo

Yo te apuesto lo que quieras a que nos ha dejado en la estacada.

Muñeco

¡Bux! ¿Has oído lo que dice?

(Suelta una risotada.)

Bux

¡Cierra el pico de una vez o te vas a la maleta! (1998: 11-12).

Lo que has aprendido

Contesta a las siguientes preguntas:

1. ¿A partir de qué perspectivas puede ser estudiada la literatura?

2. Menciona los géneros literarios.

3. ¿Cuál es la diferencia básica entre el género lírico y el narrativo?

4. ¿En qué se basa la principal distinción entre un texto narrativo y uno dramático, si ambos implican una historia?

5. Explica qué es la metáfora; anota un ejemplo.

6. Explica por lo menos tres figuras retóricas además de la metáfora y proporciona ejemplos de cada una de ellas.

7. Elabora un mapa mental en el que expreses las diferentes tipologías del narrador.



[1] Por ejemplo, Franz Kafka escribió a su padre varias cartas que nunca pensó enviar (era sólo un medio para expresar sus pensamientos y emociones) y que, incluso, pidió a un amigo que las destruyera al morir el escritor. Afortunadamente, ese amigo no cumplió con la petición de Kafka y hoy contamos con esas epístolas reunidas en Carta al padre.

[2] Cfr. María Moliner. Diccionario de uso del español, tomo I, 2ª ed., Madrid, Gredos, 2002, p.1301.

[3] Consulta este diccionario en la biblioteca de la Facultad y señala la página en donde aparecen los conceptos que debes investigar.